Los sastres de los años 30

Ciudad Real

Adentrase en la historia de la vestimenta nos remonta hasta la época de los antiguos egipcios, pero no fue hasta el siglo XV cuando comenzó el despegue de esta actividad que no se afianzó hasta el siglo XIX.

Las sastrerías albergaban los talleres y los comercios de trajes y solía tener una mayor conexión con el mundo masculino. “Eran los hombres los que tomaban las medidas a los clientes, cortaban los patrones y estaban de cara al público, mientras que las mujeres eran las que se encargaban de la costura”, apuntan Esther Almarcha e Isidro Sánchez del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha

Entre los años 20 y 30 las sastrerías eran visitadas por una determinada clase social y esporádicamente por otra que acudían para hacerse el traje de su vida. “Era el único que se tenía en el armario", recuerda Almarcha que apunta que “el traje de novio servía para enterrarlo o se adaptaba para que fuera heredado”.

Las telas tenían entonces mucha importancia, tanto que se incluían en las dotes e incluso había testamentos en los que se dejaban piezas textiles en herencia.

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