Juan de Espina: Un mago en la Corte de Felipe IV
Sacerdote, coleccionista, musicólogo e ilusionista. La vida de Juan de Espina (1583-1642) es una de las más interesantes entre los personajes curiosos que dio nuestro siglo de Oro. Biografiado por Francisco de Quevedo, su legado sigue siendo uno de los más atractivos de una época en la que la religión se solapaba con la superstición
Juan de Espina: Un mago en la Corte de Felipe IV
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Madrid
Acabo de decir que Juan de Espina era ilusionista, evitando el término mago que usaríamos hoy. Este último, a lo largo del Siglo de Oro estaba relacionado más con brujería que con lo que realmente hacía el bueno de Espina. En su época nadie le comprendió y finalmente acabó ensombrecido por la inquisición de Toledo en 1630, cuando fue acusado precisamente de eso, de brujo.
Autómatas y trucos desafortunados
Ya en la época de Carlos V hubo en Toledo un experto ingeniero que creaba autómatas y toda clase de ingenios. Se trataba de Juanelo Turriano, relojero del emperador. Su estela fue seguida por Juan de Espina quien además de coleccionar estos ingenios, usaba toda clase de trucos para las representaciones que hacía en su casa de Madrid. Precisamente en una de ellas, en el año 1627, según nos cuenta una de las llamadas comedias de magia de José de Cañizares, Felipe IV se vio rodeado de un telón en el que se representaba un paisaje idealizado de brumas y montañas. De pronto, aparecía una bestia feroz, realmente un pobre perro que luego acabó muerto. El Conde Duque de Olivares, mano derecha del monarca, sacó inmediatamente la espada para protegerle, gesto que fue aplacado de inmediato por Juan de Espina quien comentó "Ha sido todo sombra", refiriéndose al truco que acababan de ver. Lamentablemente, la explicación no le sirvió de nada al pobre de Espina. Perdió desde entonces el favor del rey y en pocos años pasó por el tribunal de la Inquisición de Toledo acusado de brujería. Malos tiempos para los magos.
