Sin concesiones al desaliento
A menos de 3 meses para que comience la temporada en España, el torero zamorano Alberto Durán busca recobrar el protagonismo que le otorgaron sus triunfos en la Plaza de Las Ventas en su época de novillero
Zamora
El cineasta charro, Basilio Martín Patino, mostró con su cortometraje “Torerillos 61” lo que quedaba en los márgenes de La Fiesta y en el cual, la rotunda voz del actor Fernando Rey narraba las dificultades de los que buscaban su oportunidad para vestirse de luces. Una oportunidad que parece negársele a al torero zamorano Alberto Durán y que el de Villamor de los Escuderos sigue reclamando, también fuera de las plazas como en el coloquio que bajo el título “Albero Durán: el arte de torear” ha organizado el Foro Taurino de Zamora.
En los cuatro años transcurridos desde que Alberto Durán salió a hombros por última vez de la Plaza de Toros de Zamora en la corrida del Conde de Mayalde, puede ser un periodo execpecional para que los vinos, como los de la patria chica del matador, maduren y mejoren , algo que es asimilable a la profesión, “siempre y cuando la materia prima sea buena”, aclara Durán, ese “poso” es el que espera el diestro que reluzca cuando se le vuelvan a abrir las puertas para demostrar su valía. Seis pasan ya de aquella alternativa en el coso zamorano en el que abrió la puerta grande acompañado de su padrino David Fandila “El Fandi”, desde entonces; algunos festivales y un breve periplo en este 2019 en el Perú en una feria de “Los Milagros”, pero bastante lejos de Lima.
Alberto Durán no tiene duda de que este parón en su carrera está relacionado con el actual momento del toreo y la apuesta por los carteles rematados de figuras con el que los empresarios buscan atraer al gran público: “Es muy difícil abrirse paso cuando hay tres empresas cuando tres empresas que controlan todos los hilos del toreo”, algo que impide que el resto de profesionales puedan abrirse paso. “Mucha gente ducha en la materia, dicen que mi caso es digno de estudio” y no deja de ser paradójico que alguien que enamoró en su época de novillero a la afición de la Plaza de la Ventas “la plaza más importante del mundo, “la que te da y te quita” no haya podido continuar caminando por la senda esperada.
A poco más de tres meses para que arranque la temporada en España, el torero zamorano afronta con cierta esperanza lo que está por venir: “Creo que sigo dando motivos en el campo y en los festivales que consigo torear”, sin esquivar la autocrítica porque “el toro y el tiempo ponen a cada uno en su sitio”, ni ocultar su desazón por cómo se le ha “desdeñado” y apartado. Sin embargo, siente el reconocimiento de los profesionales “lo que todos anhelamos, ser torero de toreros, algo que está por encima de torear muchas corridas o ganar mucho dinero” y de lo cual se siente profundamente orgulloso.
Durán permanece inasequible al desaliento, porque botones de muestra sobran en el mundo del toro de matadores que pasaron años en el dique seco y resurgieron cual ave fénix; como en el caso de Paco Ojeda, Ortega Cano o “Espartaco” hace unas décadas y los de algunos de sus contemporáneos como Diego Urdiales, Pablo Aguado, Octavio Chacón o uno de los principales exponentes del toreo hoy como es Emilio de Justo.
El arte de torear
Uno de los buenos valedores del matador de Villamor de los Escuderos es nuestro compañero del programa “Los Toros” de la Cadena SER, Gonzalo Bienvenida, quien asegura que posee un concepto del “toreo de otra época”, algo que el diestro corrobora cuando habla con gran emoción de la figura de Juan Belmonte, “el inventor del toreo moderno”, de Rafael de Paula o Curro Romero. Durán bebe de las fuentes clásicas que elevaron a la categoría de arte la tauromaquia; esos elementos que tienen mucho que ver con la "captura del instante" de la que hablaba el fotógrafo francés Henri Cartier Bresson, la belleza de lo efímero del pase que queda inmortalizado para siempre en la retina de los aficionados “lo que ves, no lo vas a volver a ver ni a repetir, por eso es el arte más grande”.
Para Alberto Durán torear es “mandar, llevar al toro, someter, acariciar, cargar la suerte. Lo otro es pasar o esquivar al toro”.
Ser profeta en su tierra
La Plaza de Toros de Zamora le acogió en su alternativa y le vio cortar dos orejas en la Feria de San Pedro de 2015, pero desde entonces no ha vuelto a pisar el coso zamorano en un festejo. A pesar de este extremo se siente querido y respetado por la afición de la provincia, “quizás es una provincia pequeña, en la que el toreo no se vive y tampoco hay ganaderías”. David Garrote, miembro del Foro Taurino de Zamora, asegura que “no podemos interceder por él” para que se le coloque en los carteles, “si nosotros le podemos empujar le empujaremos y podamos decir “ese el de nuestra tierra”, un torero que se quiere sumar a la nómina de los que pasearon el nombre de Zamora por callejones y alberos como el “Chico de la Bótica” o “Andrés Vázquez”.
Rosa Jiménez Cano, firmaba en la edición de Madrid de diario El País del 15 de abril de 2012, una crónica titulada “Alberto Durán sabe torear” ahora solamente falta que no le impidan hacerlo.