"No me puedo creer que esto me suceda a mí"
Alicia, víctima de violencia filio parental, cuenta su testimonio
Bilbao
Alicia (nombre ficticio) es víctima de violencia filioparental. Es un fenómeno que ha vivido desde que su hija era pequeña y se ha manifestado de muy diferentes maneras: golpes, patadas, empujones… “Era una niña muy alegre, y lo sigue siendo, porque tiene 21 años. Con el tiempo, esa vitalidad, esa energía se volvió algo difícil de gestionar en casa”. En ocasiones, incluso tuvo que llamar a la Ertzaintza porque “no podía controlar ese desborde de ira”.
Reportaje | Alicia, víctima de violencia filioparental: "No me puedo creer que esto me esté pasando a mí"
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Todo comenzó cuando su hija mostraba actitudes dominantes, tanto en casa como en el colegio. "Siempre he visto que la situación no era normal, y siempre he pedido ayuda, he tocado muchas puertas", dice. "Me preocupo por la educación de mis hijos y siempre les he querido ofrecer lo mejor que he podido".
Superar una situación así requiere coraje: "Me he visto superada muchas veces, pero no me puedo quedar quieta, a pesar de que me he paralizado muchas; he estado de baja laboral por este problema", desvela.
<p>El número de casos de violencia filioparental que en 2017 sumaban en Euskadi un total de 118, asciende este año a 172 expedientes</p>
Tras pasar por varios lugares en los que se sintió “cuestionada en el papel de madre”, Alicia recaló en la asociación Berriztu, que gestiona el programa de la Diputación Foral de Bizkaia de Intervención Familiar Especializada en Violencia Filio-Parental, Hobetzen.
“Conocían perfectamente de qué les estaba hablando, no me cuestionaban y me han ayudado muchísimo en mi papel de madre”, confiesa. De esta manera, pudo compartir su carga y, de esta forma, sentirse más aliviada.
Tabú
Sin embargo, pedir ayuda no es fácil. Hay quien prefiere callar el problema por vergüenza, como Alicia misma hizo al principio: “No me podía creer, y sigo sin creer, que esto me esté pasando a mí. Siempre he querido dar la imagen de una familia modélica”.
- Datos de interés
El director de Berriztu, Luismi Uruñuela, asegura que este pensamiento tiene un nombre: es el mito de la familia feliz. Sin embargo, afirma, se trata de “un muro de niebla, ya que al vencer ese miedo, al atravesar ese muro de niebla, no pasa nada. La ayuda existe y es buena”.
La violencia de hijos e hijas hacia sus padres y madres se encuentra integrada en el sistema educativo, según explica la diputada de Igualdad e Inclusión Social, Teresa Laespada. Por ello, el programa Hobetzen, trabaja con dos protagonistas. Por un lado, con el victimario o persona agresora, y, por otro, con la víctima. En ese sentido, tiene una doble vertiente: “un componente de violencia y otro educativo”, explica.
Además, “en casos de adolescentes que debutan con conductas problemáticas, si la intervención es temprana, el éxito es del 100 %”, asegura Laespada.
A eso es a lo que se dedican en el programa Hobetzen: a ayudar, a comprender. A lo largo de 2018, este programa atendió a 103 familias. En el 50 % de los casos se trataba de familias tradicionales. El resto, monomarentales, separadas con colaboración o sin ella o sin colaboración o reconstituidas. En 101 de esos casos, la madre estaba implicada, por lo que, afirma, Uruñuela, “estamos ante una situación que podríamos catalogar de violencia de género”.
Por todo ello, Alicia piensa que este tipo de programas de ayuda, y en concreto Hobetzen, deberían ser más conocidos. “Veo a mi alrededor muchas familias con hijos violentos, que tiran la tablet al suelo, rompen la televisión y pegan a sus padres. A lo mejor si supieran de su existencia, irían”.