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El reflujo en los niños

Revisar la alimentación, controlar la obesidad o la hora de acostarse, entre los consejos de los pediatras

El reflujo esofágico "no solo es cosa de adultos: puede aparecer a cualquier edad", explican los pediatras. / Imgorthand

Fuenlabrada

El reflujo no solo es cosa de adultos, esa es la principal reflexión de este espacio. “Hace poco más de un año, las sociedades europea y norteamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Infantil editaban unas guías clínicas para manejar el reflujo gastroesofágico en la edad pediátrica”, ha explicado el pediatra Iván Carabaño.“Estos días, con el roscón de Reyes en el subconsciente colectivo, son buenos para plantearnos qué hacer para que nuestro hijo no sufra “ardores”. Precisamente, el dolor en la parte alta de la tripa y la sensación de ardor son las manifestaciones más típicas y frecuentes de esta entidad”, apunta.

El reflujo en los niños

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Ahí van los consejos.

1. Revisarla alimentación

Hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) Los alimentos muy grasos (por ejemplo: las frituras) retrasan el vaciado gástrico. Esto es: con ellos, el alimento permanece más tiempo del que debiera en el estómago. Por ello, favorecen el reflujo.

b) Las comidas muy especiadas, el té y el chocolate también favorecen el reflujo, pues hacen que se relaje el esfínter esofágico inferior.

c) Las bebidas carbonatadas introducen materia gaseosa en el estómago, por lo que favorecen el reflujo.

d) Por último, en pacientes con reflujo parece razonable reducir la cantidad de alimentos muy ácidos que consumen (cítricos, vinagre, kétchup, picantes).

2. Evitar comidas copiosas

En estos chavales aconsejamos repartir la ingesta en 5-6 tomas: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda, cena e, incluso, “recena”. Así conseguiremos que el estómago no esté tan distendido, con lo cual se reducirá la posibilidad de reflujo.

3. Irse a la cama ni muy pronto, ni demasiado tarde

El niño no debe acostarse inmediatamente después de haber cenado. Pero, no obstante, recuerda que los pediatras siempre aconsejamos una buena higiene de sueño. A la hora de mandarle a la cama, colócale un par de almohadas.

4. Combatir el sobrepeso.

Si el niño padece sobepeso/obesidad, conviene revisar los estilos de vida: favorecer la práctica de ejercicio físico de manera regular, etc. Porque la obesidad favorece el reflujo.

5. Tratamiento médico.

Si después de ordenar los estilos de vida estas medidas y la cosa no mejora, entonces has de acudir a tu pediatra de confianza.

Él le hará una historia clínica detallada y exploración física adecuada. Si determina que tu hijo puede padecer reflujo gastroesofágico le pautará tratamiento con un antisecretor (se les llama así porque reducen la secreción ácida que produce el estómago), por ejemplo, omeprazol, y le dará una cita de control en 1-2 meses. Es importante que sepas que el reflujo tarda en mejorar.

6. ¿Cuándo es razonable que le vea un especialista en aparato digestivo infantil?

Ante un niño con reflujo sobre el que se han dictado una serie de consejos generales de salud y un tratamiento antisecretor correcto, pero que no mejora, lo indicado es derivar al paciente a la consulta especializada de digestivo infantil.

Allí se le hará una valoración exhaustiva, y lo más probable, es que se le indique una esofagogastroscopia. Dicha prueba consiste en la visualización directa del estómago y el esófago a través de la cámara de un endoscopio. No le tengas miedo a esta prueba: es muy segura, y no es incómoda, dado que se hace bajo sedación. La finalidad de la esofagogastroscopia es ver si el niño tiene una inflamación del esófago, bien por reflujo o bien por otras causas (como la esofagitis eosinofílica). Este último proceso requiere un manejo específico.

7. Pruebas-registro 24 horas

Si el niño sigue sin mejorar, tu gastroenterólogo infantil le volverá a valorar, y puede que le solicite otras pruebas, como una pHmetría/ impedanciometría.

Dicha prueba consiste en un registro de 24 horas (algo así como un Holter, pero del aparato digestivo), e informa de si hay o no subida de ácidos u otras sustancias líquidas (como bilis) desde el estómago hacia el esófago.

Esto nos sacará de dudas, pues hay niños que tienen un esófago hipersensible (tienen mucha sintomatología, pero el registro es casi normal), o una pirosis funcional (mucha sintomatología, pero con registro totalmente normal).

 
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