Lakua desincentiva la autocrítica en los presos

Bilbao

Acabar con la dispersión ha sido una reclamación constante a Madrid desde que Urkullu es lehendakari. No es legal ni ética, suele defender. Cada vez que se reunió con Rajoy, Urkullu le sacó el tema, reconocido por el propio lehendakari. Con Sánchez es de suponer que ha ocurrido lo mismo. La propuesta que ha adelantado Fernández es la que que trasladó a ambos, pero actualizada. Si antes planteaba acercar a los presos de ETA a diez cárceles a 250 kilómetros tope de Euskadi, ahora estrecha ese radio a siete centros.

Pero la principal novedad de esta puesta al día es que acaba con dos de las condiciones para ese acercamiento: contempla un traslado global (no escuché a Fernández nada sobre tratamiento individualizado) y sin exigir nada a los presos. Hasta ahora Urkullu no exigía ni arrepentimiento ni delación, pero sí, un reconocimiento del daño causado y una mirada crítica al pasado. El Gobierno cree que una vez trasladados los reclusos podrían dar esos pasos.

El anterior Gobierno Sánchez acercó a un mínimo de 32 reclusos y concedió 28 segundos grados a reclusos, siempre después de la aceptación de la legalidad penitenciaria por parte de los reclusos o tras cumplir o estar cerca las tres cuartas partes de condena. No concede beneficios que no se basen en la actitud individual de los reclusos.

¿En qué situación deja ahora, qué manesaje manda ahora Jonan fernández, por elevación el lehendakari a estos reclusos, que sí estaban dispuestos a romper conla banda, colavborar con la Justicia? Por el momento, los que se lo estuvieran pensando, habrán parado. a esperar avcontecimientos.