Hasta Fina se descompone por los abusos
A Santiago no le gusta mentir, y en esta trama de irresponsabilidad delictiva tiene que callar muchas cosas, que no es lo mismo que tener muchas cosas que callar.

"La línea roja" de Matías Vallés (30/01/20)
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Palma
Todos los políticos parecen iguales, pero no lo son.
Fina Santiago es una política diferente, por eso duele verla enfrentarse a lo inexplicable en el Parlament.
Lo inexplicable es una red de abusos sexuales a menores tutelados en los centros del Consell de Mallorca, que ni siquiera son competencia de la consellera.
Se la notaba incómoda, desarticulada, con ganas de decir cosas distintas a las que estaba obligada a recitar.
A Santiago no le gusta mentir, y en esta trama de irresponsabilidad delictiva tiene que callar muchas cosas, que no es lo mismo que tener muchas cosas que callar.
Hasta Fina se descompone por los abusos, le falta el cuajo de Armengol para remitir el drama de una pésima gestión autonómica a términos abstractos como recursos, coordinación y observatorios.
No es exactamente lo que dirían si el escándalo le hubiera estallado a un Govern del PP.
El más acertado volvió a ser Jaume Font, al plantearle al Govern que alguien debe asumir la responsabilidad, o los altos funcionarios o los altos cargos.
La red de abusos de menores tutelados no se curará desde dentro, sin olvidar a la gente que no quiere que se cure.




