Economia y negocios

Juan de Mena y el camino de Moret

Los conocidos como huertos de Moret se extendían extramuros de la ciudad, en el lugar exacto donde a finales del siglo XIX se levantó el barrio homónimo atravesado por la calle de Juan de Mena.

Luis Fernández

Luis Fernández

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Valencia

A mediados del siglo XIX, la ciudad estricta todavía se circunscribía a la ronda de las murallas, amén de los arrabales que se extendían longitudinalmente sobre los caminos históricos que irradiaban de la almendra central. Una vez derribado el muro defensivo que encorsetaba la urbe, Valencia se fue expandiendo sobre su huerta como una mancha de aceite, anexionando los poblados y caseríos que se encontraban diseminados por la periferia y utilizando las propias vías de comunicación como ejes de expansión.

Uno de los primeros terrenos extramuros que empezó a urbanizarse justo después del derribo de las murallas fue el conocido como huerto de Moret, una partida situada justo enfrente del muro del Pilar (actualmente Guillem de Castro), de forma triangular y delimitada por el camino viejo de Torrent o vuelta de los Gitanos (actual Ángel Guimerá) y el mismo camino de Moret, el trazado del cual acabó por condicionar la planificación del barrio.

Sobre los huertos de Moret se delinearon cuatro nuevas calles, dos perpendiculares a la propia ronda de Guillem de Castro, continuación de las del Triador y En Bany, que fueron denominadas San Pedro Pascual y Espinosa, respectivamente. Otra diagonal que partía de la de Espinosa y a la que pusieron el nombre de Padre Tosca (de la cual ya hablamos aquí hace unos años) y que acabó engullida por la Gran Vía. Y finalmente el propio camino de Moret, que partía en diagonal desde la misma ronda, seccionando el resto de calles del nuevo barrio, hasta entroncar con el camino viejo de Torrent. A esta calle, la comisión de estadística asesorada por el entonces cronista de la ciudad, Vicente Boix, le asignó el nombre del poeta Juan de Mena.

Es curioso, porque en el expediente aprobado para la denominación de estas cuatro calles se destaca la valencianía de todos ellos: San Pedro Pascual, santo valenciano, Jerónimo Jacinto de Espinosa, pintor valenciano, Tomás Vicente Tosca, matemático y arquitecto valenciano e incluso se dice de Juan de Mena que fue un poeta valenciano, cuando realmente, según su biografía oficial revisada y publicada por la Real Academia de Historia, el poeta Juan de Mena nació en Córdoba en 1411, murió en Madrid en 1456 y su vinculación con nuestra tierra es más bien inexistente.

El caso es que, con la pátina valenciana que le otorgó Boix, Juan de Mena se coló en el nomenclátor junto a otros, esta vez sí, valencianos de cuna como los mentados Espinosa, Tosca y San Pedro Pascual, aunque huelga decir, que por merecimientos, Juan de Mena no desentona en este elenco de ilustres patricios. Escritor en prosa y en verso, cronista real y secretario de cartas latinas, Juan de Mena perteneció a la escuela alegórico-dantesca del prerrenacimiento castellano y ha pasado a la historia gracias a su obra Laberinto de Fortuna, un poema épico considerado uno de los más importantes de la literatura medieval en castellano. Algunos poemas de Juan de Mena también fueron incluidos en el Cancionero General, una antología lírica de poesía en castellano que tuvo mucho éxito y cuya primera edición fue impresa precisamente en Valencia, en la imprenta de Cristóbal Koffman. Tal vez este hecho fue el que confundió a Boix sobre el origen de Juan de Mena

 
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