Por la supresión de todas las ferias
Palabras como Ibiza o Mallorca se venden solas, por fortuna y vistos los crímenes cometidos en su nombre

"La línea roja" de Matías Vallés (04/03/20)
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Palma
No puedo alegrarme del coronavirus, pero celebro la suspensión de la ITB de Berlín, la mayor feria turística del mundo.
Si también se suprimieran la World Travel Market de Londres y la provinciana Fitur de Madrid, mi alegría sería completa.
Todos los expertos turísticos que he conocido admiten fuera de micrófono que nadie sabe muy bien para qué sirven las ferias, gastronomía y amoríos aparte.
Celestí Alomar fue el único rector turístico que me expresó abiertamente sus dudas sobre las ferias, aunque cuando ya no desempeñaba ningún cargo autonómico.
Eso sí, los costes millonarios de los pabellones permiten congraciarse con los compinches de costumbre.
Este escepticismo debe extenderse a todos los mecanismos de promoción turística.
Palabras como Ibiza o Mallorca se venden solas, por fortuna y vistos los crímenes cometidos en su nombre.
Además, clausurar una feria turística por culpa de un virus demuestra que la convocatoria es absurda.
Si los empresarios se niegan a un sencillo vuelo Palma-Berlín para evitar el contagio, ¿cómo van a convencer a sus clientes de que ignoren el coronavirus?
Tampoco está claro que Negueruela se baste por sí solo para resolver a la vez el problema del coronavirus y de la ITB de un país donde la cancillera Merkel ni siquiera puede estrechar la mano de su ministro de Exteriores, por si los microbios.




