Tres deseos

Santa Cruz de Tenerife

La pandemia se ha llevado por delante muchas cosas. Muchas vidas, mucho esfuerzo, nuestra libertad y nuestra seguridad. No importa que fueran más o menos imaginadas; creíamos que las teníamos. Y ya no.

Nos ha quitado los abrazos y los besos. Ha encerrado detrás de un plasma a nuestros mayores.

Lo único que quizá nos haya devuelto es tiempo. De ese que antes vendíamos aunque cada vez nos faltaba más. De ese que ahora perdemos porque creemos que no vale nada, porque nos sobra.

Pero es momento de acción y manos a la obra... Démosle la vuelta. Hagamos muchas cosas ahora que parece que no podemos hacer nada. Ahora que ponemos en duda nuestra importancia.

Contagiemos esperanza ahora que nos hemos confinado para evitar contagiar el virus. Cada uno de nosotros podría transmitir a otras tres personas esta enfermedad que nos aterra, según los cálculos científicos. Por eso nos quedamos en casa.

Pero hay mucho más que podemos transmitir desde puertas adentro. Elijamos a nuestros tres contagiados. Y cambiemos el bicho por un regalo. Vamos a concederles un deseo.

Hay tantas posibilidades como personas. Esa receta de tu madre que tanto le gusta a tu amiga y que nunca has tenido tiempo de ponerte a enseñarle. Aprovecha esa destreza que todos estamos desarrollando con los vídeos caseros y enciende el fogón.

Las partituras de esa banda sonora que tanto quiere tu tía para practicar al piano. Están ahí, en algún rincón de internet, aunque nunca te hayas propuesto zambullirte a buscarlas.

Esa foto de familia que tantas veces te ha pedido tu primo y que nunca te has parado a buscar. Abre armarios, archivos y cajones y rescátala para él.

Pensemos. Ahora que ya sabemos que no somos invulnerables, no nos resignemos a ser prescindibles. Demostremos que tenemos poderes.

Seamos genios, seamos hadas... Seamos esenciales.