Sociedad

El doctor Monserrat y la fiebre amarilla de 1870

A finales de 1870 y llegada desde Barcelona, la fiebre amarilla se expandió virulentamente por nuestra ciudad. El doctor José Monserrat fue uno de sus combatientes más destacados.

Luis Fernández, callejeando por el Botánic

Luis Fernández, callejeando por el Botánic

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Valencia

ejeando por Valencia seguimos buscando la huella de las epidemias que, como la que estamos sufriendo en la actualidad, han azotado secularmente nuestra tierra, así como sus protagonistas, memoria social y urbana que ahora más que nunca conviene recordar.

La historia de hoy nos lleva al barrio del Botánico donde tiene una calle dedicada el médico y químico valenciano José Monserrat y Riutort. Nacido en la plaza de los Navarros, en pleno centro histórico de la ciudad, en 1814, el doctor Monserrat cursó las carreras de cirugía y medicina, y en 1847 obtuvo el título de licenciado en Medicina y ganó la catedra de Química General de Valencia, la cual desempeñó hasta su muerte. Colaboró en le fundación del Instituto Médico Valenciano en 1840 y formó parte de las comisiones científicas en las que observó y fotografió los eclipses de sol de 1860 y 1870. Fue vicerrector de la Universidad Literaria, consejero de Instrucción Pública y rector de la Universidad de Valencia en 1874, desde donde dio un gran impulso al Jardín botánico, por eso se le dedicó esta calle muy próxima al mismo.

Pero si por algo es recordado el doctor Monserrat es por la desinteresada y altruista ayuda prestada durante la epidemia de fiebre amarilla que afectó a la ciudad de Valencia en otoño de 1870. Esta enfermedad vírica, endémica de zonas tropicales de América del Sur y África y transmitida por mosquitos infectados, llegó al puerto de Barcelona en agosto de 1870 en un barco procedente de La Habana en el cual se habían manifestado algunos casos. A los pocos días la enfermedad empezó a expandirse por el barrio marítimo de la Barceloneta y a principios de septiembre ya había enfermos repartidos por toda la capital catalana.

La alarma sanitaria llegó a la ciudad de Valencia, en constante contacto comercial con la Ciudad Condal, y pronto se tomaron medidas para contener una posible epidemia. Se aislaron los casos, se expidieron cédulas sanitarias e incluso se desalojó el barrio de pescadores, en el centro de la ciudad. Pero a pesar de las medidas, se detectaron los dos primeros casos el 15 de septiembre en el puerto de Valencia en dos marineros procedentes de Barcelona.

Según los datos recogidos en las crónicas de la época, la epidemia se dilató durante dos meses en nuestra ciudad, entre mediados de septiembre y mediados de noviembre, en los que se detectaron unos 100 casos, de los cuales fallecieron el 50% (en Barcelona, origen de la epidemia, la cifra de fallecidos ascendió a 1236) la mayoría de ellos varones adultos. La fiebre amarilla tuvo una morbilidad relativamente baja en Valencia gracias a las medidas de prevención y a la actuación decidida de personajes como el doctor José Monserrat, que se dedicó a la fabricación de ácido fénico a fin de combatir el mal en los barrios infectados y logrando con sus notables trabajos y desvelos restablecer lo antes posible la salud pública.

Por todo ello, el 5 de diciembre de 1881, el Ayuntamiento de Valencia decidió honrar la memoria de este eminente químico valenciano rotulando con su nombre la calle situada entre la de Quart y la Lepanto, conocida desde entonces como calle del doctor Monserrat. También podemos ver la huella del sabio valenciano en la que fue su casa natal, en la plaza de los Navarros a los pies de la vieja muralla árabe, donde los vecinos colocaron una lápida conmemorativa en 1954 para perpetuar su memoria.

 
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