"Es una situación dramática que demuestra hasta dónde podemos llegar con este sistema basado en lo económico"
Sami Naïr analiza las respuestas sociopolíticas a la crisis sanitaria en A Vivir Canarias

Entrevista al sociólogo Sami Naïr en A Vivir Canarias (18/04/2020)
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Tenerife
Sami Naïr (Argelia, 1946) es uno de los sociólogos más ocupados en las convulsiones de Europa de la Historia reciente. El también politólogo, incapaz de esconder desencanto con la respuesta de los estados, desentraña en esta entrevista el concepto de justicia social enmarcado en los países miembros de una organización económica.
P: ¿Son tiempos de guerra?
R: No son tiempos de guerra. El jefe de Estado que lo ha definido mejor es el presidente alemán, que ha dicho que se trata de un desafío humano mundial. No tenemos un adversario armado, sino que estamos en una situación mucho más compleja: la interdependencia de las poblaciones en un sistema económico que ha favorecido la impotencia de las naciones.
P: Usted reside en Francia, ¿cómo avanza la crisis allí?
R: Este virus ha atacado de manera dramática a los países europeos más desarrollados. Ha tenido efectos mucho más graves económicamente que la propia crisis de 2008. Los estados se han mostrado absolutamente incompetentes. No teníamos un plan como tuvimos en 1986 y con el tratado de Maastricht. Antes teníamos una política planificada para contestar a los peligros económicos y sanitarios, pero desde la puesta en marcha del neoliberalismo a nivel europeo, hemos desarrollado una política de flujos. Los estados planifican en vistas a seis meses, no a diez o quince años (…) Estamos frente a una situación de irresponsabilidad generalizada, de incompetencia de las élites que están en el poder político. No solo a nivel nacional sino, desgraciadamente, a nivel de la Unión Europea. Es un fracaso globalizado.
P: La Unión Europea no hace alarde de proyecto social pero tampoco de su raíz económica. ¿Decepciona?
R: La Comisión Europea excluyó explícitamente la cuestión social en 2005, cuando empezó a idear un mercado único. Basta con leer el tratado de Maastricht para saber que la palabra “social” no existe. Tampoco existe el término “interés general europeo” en ningún texto porque el proyecto era de construcción de una Europa neoliberal integrada en la globalización liberal a partir de los años 2000. Hemos asistido a la integración progresiva y al desmantelamiento de los estados sociales en prácticamente todos los países miembros. Unos, Alemania o Francia, pudieron resistir. Otros no tenían capacidad (…)
P: En medio de la crisis sanitaria, la ultraderecha se aferra al sectarismo ideológico. ¿Cree que se están destripando las democracias?
R: Hay dos visiones del mundo diferentes. La visión civilizada que hemos elaborado desde el siglo XIX y que integran las clases progresistas, quienes creen que el sistema de igualdad y protección es el proyecto de la sociedad común. Es la filosofía profunda. Del otro lado, siempre hemos tenido unas clases conservadoras, reaccionarias y autoritarias que consideran que lo importante es el individuo como individuo opuesto al resto, cada uno con sus propios intereses. La visión de Von Hayek, la visión de la escuela de Chicago, la visión del ultraliberalismo. La lucha entre estas dos visiones siempre ha sido importante. En periodos de crisis, la perspectiva regresiva tiende a proponer soluciones de privatización cada vez más salvajes. Un ejemplo es el problema de abastecimiento de las mascarillas a nivel europeo (…) En Polonia la gente puede comprar mascarillas en la calle. Hay empresas que han creado oficinas ambulantes y los ciudadanos pueden adquirir por diez o quince euros algo que va a durar una semana. Es la privatización de la salud. Cuando la gente paga impuestos y necesita la protección del Estado porque acepta la ley del Estado. Es una situación absolutamente dramática que demuestra hasta dónde podemos llegar con este sistema basado en lo económico, lo financiero y la privatización. Es una tragedia lo que estamos viviendo.
P: Ya se habla de tsunami social… ¿Cómo le suena?
R: A nivel europeo se van a desarrollar movimientos especulativos mucho más fuertes que en 2010 y que van a atacar la deuda soberana de Italia, Francia, España… El paro va a superar el 20 por ciento en estos países. Probablemente habrá reacciones sociales fuertes, pero, ¿de qué contenido? Lo que hemos visto estos últimos años es el auge de movimientos nacionalistas, xenófobos, etnonacionalistas, movimientos incluso confesionales, como respuesta social a la decadencia del Estado y a la política ultraliberal de la Unión Europea. La cuestión es saber si los movimientos sociales van a ser como en 2010. En España, por ejemplo, con la creación de grupos alternativos de izquierda como Podemos. O si veremos todo lo contrario: movimientos ultranacionalistas que se van a apoderar de la reivindicación social legítima de la población, así como un regreso nacionalista y xenófobo. Es un peligro real que no hay que subestimar.
P: Los flujos migratorios se han mantenido activos durante la pandemia. Portugal, por ejemplo, ha optado por una regularización exprés de quienes habían solicitado el permiso de residencia. ¿Cuál es el enfoque que deberían adoptar los países europeos?
R: La respuesta de Portugal es muy positiva. Me parece la única respuesta civilizada para los que se encontraban ya en Portugal. Al mismo tiempo no hay que caer en la demagogia. Los países europeos no pueden acoger a centenares de miles de personas que viven en la miseria, en el abandono en los países africanos y que quieren, legítimamente, salir de ese infierno. La Unión Europea ha decidido mandar naves de guerra a las fronteras marítimas de Libia. Pero ahora vemos el foco del mediterráneo desarrollándose. La solución es poner en marcha una gran política de ayuda para contener a las personas en sus países creando empresas y desarrollo económico. La Unión Europea no ha dedicado ni una ayuda significativa al sur en los últimos 25 años. Otra vez estamos experimentando una visión policiaca de la inmigración o una visión estrictamente mercantil (…) También es una desgracia y un fracaso de la civilización.
P: ¿Hay optimismo
R: Es una crisis de interdependencia de la globalización. Hay que salir de la globalización (estrictamente económica y mercantil) para entrar en la mundialización (el encuentro de los humanos). Ahora experimentamos algo dramático, pero, al mismo tiempo, muy esperanzador. 3.000 millones de personas en el Planeta están experimentando la misma lucha contra un pequeño virus.

Janire Alfaya
Periodista de la Cadena SER en Canarias desde 2018. Graduada por la Universidad de La Laguna, comencé...




