Pilar Aranda, heroína silenciosa tras la barra del bar de Castejón de Alarba

Calatayud

Muchas de nuestras superheroínas son hijas de tierras lejanas, protagonistas de superproducciones que llenan grandes pantallas en salas de cine. Sin embargo, la historia está llena, también en nuestro territorio, de mujeres extraordinarias que han destacado en todos los registros de la vida. En el caso de Pilar Aranda, tras la barra del bar de Castejón de Alarba, en la comarca Comunidad de Calatayud, en la provincia de Zaragoza.

“Tengo 70 años, y el bar lo pusieron mis padres en 1943 y llevo toda la vida aquí. Ahora llevo un mes que lo tengo cerrado por lo que está pasando”, nos cuenta en la sección 'Aragón Mayores y Valiosos', con motivo del Día de Aragón, en Hoy por Hoy Aragón.

Como tantos otros rincones en nuestro medio rural, Castejón de Alarba, a los pies de la sierra de Pardos, ha caído en los últimos años en un letargo invernal casi perpetuo. Entre esa neblina, tan pronto sirviendo cafés como repartiendo el correo a sus vecinos, Pilar es luz.

“Mucha gente que viene de paso o viene al pueblo por trabajo y oye, pues un café a cualquier hora de la mañana viene bien. 8 o 10, porque más no hay en el pueblo, es que es pequeño, estamos solo 35. Vienen, están, toman su café, su cerveza y cuando tienen que ir al campo a trabajar se van”.

Y bien sabemos, especialmente en estos días que corren, que un bar es mucho más que tres letras: es encuentro o reencuentro, es compañía y es hogar. Por eso Pilar, a sus 70 años, cual heroína silenciosa, mantiene su rutina, casi ritual, semana tras semana.

“Yo me levanto y hago las cosas de casa. Luego los médicos vienen los martes y los jueves, se toman su café y su magdalena, estamos un rato hablando y ya ha pasado media hora. Viene la chica del correo, Nuria y también se toma su café. Los domingos es diferente, yo hago mis banderillas y mi vermú”.

Pilar es paciente, y al futuro, que tantas incertidumbres nos sugiere, solo le pide una cosa: salud. Para seguir abriendo su puerta y para reencontrarse con sus hijos y nietos. “Por teléfono cada día nos llamamos dos o tres veces, pero vernos no nos vemos”.

La historia de Pilar Aranda es la de una mujer valiosa y fuerte, pero podría tener muchos otros muchos nombres y apellidos. Los de todas aquellas que, de forma callada, han luchado toda su vida por salir adelante a base de esfuerzo y sacrificio. Por eso, sirva este homenaje para Pilar y para todas esas mujeres que querrían dárnoslo todo, sin darse cuenta de que ya lo han hecho.