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SnowRunner, yo para ser feliz quiero un camión

Los usuarios de PS4, Xbox One y PC ya disfrutan de este simulador de conducción extrema en el que luchamos contra el barro y la nieve

Fuenlabrada

Quizás guiados por el entusiasmo de haber descubierto hace unas semanas Overpass, el divertidísimo y desafiante juego de conducción extrema en el que nos enfrentamos a circuitos y ascensiones imposibles a lomos de un buggie o un quad, al ver SnowRunner por primera vez te pica la curiosidad. ¿A ver si, de nuevo, un juego de conducción en el que la velocidad no es lo importante puede ser tan adictivo y satisfactorio? Y la respuesta es sí. Con mayúsculas. Incluso para los que no hayan tocado en su vida un juego de camiones. Aunque, avisados quedan, es un juego difícil y en el que es lento avanzar. Vamos, como un vehículo de gran tonelaje.

SER Jugones 7x34: Snowrunner, yo para ser feliz quiero un camión

08:23

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SnowRunner es un simulador de camiones y camionetas pickup en el que debemos llevar a cabo trabajos de transporte y remolque. Pese a sonar simple, lo que hace especial al juego es el entorno de sus tres enormes regiones: Michigan, Alaska y Taymir (con cuatro subzonas cada una). Carreteras destruidas, anegadas por el agua o el barro, calzadas heladas o nevadas donde nos convertimos en patinadores a bordo de un monstruo de hasta 40 toneladas… No es un paseo, precisamente. Y por eso es mucho más importante la eficiencia de los trabajos que su velocidad, aunque también tenemos retos contra el reloj.

El juego funciona como grandes mundos abiertos plagados de misiones y encargos que nos hacen ganar dinero y experiencia para avanzar, desbloquear caminos y comprar y desarrollar vehículos. El mapa está oculto al principio y debemos desvelarlo descubriendo ciertas torres de vigilancia al estilo de Assassin’s Creed. A partir de ese momento desbloqueamos ciertos encargos que se sumarán a los que encontremos durante nuestros trayectos. Nos comprometeremos a llevar cargas de metal o maderas para reconstruir un puente, a rescatar un vehículo agrícola sumergido en el fango, transportar contenedores de combustible… y lo más importante es llegar de una pieza. Teniendo en cuenta que conducimos vehículos de gran tonelaje por carreteras o caminos destrozados, lo más importante es no quedarnos atascados mediante una buena planificación de la ruta, ya que contamos con muchos caminos posibles y debemos valorar cuándo merece la pena salir del camino y por dónde. Y cuando nos metamos en problemas (muchas veces) aparecerá nuestro fiel amigo el cabrestante.

Prácticamente en todos los trayectos (ya que las calzadas de asfalto escasean) nos hundiremos parcialmente en el lodo o el agua, y en muchos de esos casos nuestro vehículo quedará parado. Mediante un minijuego de ingenio divertidísimo debemos colocar el cabrestante en uno de los enganches de nuestro vehículo para que sea arrastrado fuera del hoyo, siempre teniendo en cuenta dónde nos amarramos y la resistencia del elemento en cuestión. Árboles, postes de la luz y rocas se convierten entonces en aliados del conductor, que debe probar qué ángulo viene mejor para salir del atolladero y continuar la marcha. Por momentos puede resultar desesperante (afortunadamente disponemos de un ‘rescate’ que lleva automáticamente el vehículo a nuestro garaje si desistimos) pero la satisfacción que genera conseguir salir de un mar de barro después de unos minutos cuando nuestros neumáticos estaban sumergidos casi por completo es total.

No hay que olvidar que hablamos de un juego de conducción, con un estilo a medio camino entre el arcade y la simulación. En SnowRunner disponemos de 40 vehículos entre camionetas y camiones de marcas reales como Chevrolet, GMC o Ford, cada uno con su manejo y físicas, pero con el denominador común de una sensación de ‘pesadez’ bastante conseguida y afectada por la carga. Disponemos de marchas bajas para sacar toda la potencia del motor y atravesar zonas difíciles, y algunos de ellos también disponen de bloqueo de diferencial para mejorar la tracción de las ruedas y tracción total. Nuestra bestia mecánica puede sufrir daños en diferentes partes como el motor, la suspensión o las llantas, y además todas ellas pueden ser mejoradas en el taller mediante desbloqueos de componentes (algunos se encuentran en el mapa). Podemos también pintar el vehículo o acoplarle accesorios decorativos o necesarios para algunas misiones como grúas o cajas de transporte.

Audiovisualmente el juego es bastante correcto pero sin alardes, sobre todo teniendo en cuenta el gran tamaño de su mapeado. En ciertas ocasiones sufre popping (aparición súbita de elementos en el paisaje), pero es puntual y no afecta a la experiencia. A nivel de detalle destacan los vehículos, mientras que los entornos se han recreado de forma realista en cuanto al comportamiento de fluidos como el barro, el agua o la frondosidad de los bosques, que puede afectarnos en nuestras aventuras fuera de pista. Los efectos de sonido de los vehículos están bien recreados, pero sorprende la ausencia de voces, ni siquiera en la introducción- tutorial o el planteamiento de las misiones. También se echa en falta la posibilidad de encender una radio que amenice nuestros trayectos. Eso sí, todos los textos están bien traducidos al español. Y por último es destacable también que cuenta con un modo cooperativo para hasta cuatro jugadores.

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