Palma coge ritmo en la nueva normalidad
Comercios y cafeterías de las zonas céntricas han abierto con medidas de seguridad y ausencia total de turistas

Reportaje sobre la nueva normalidad
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Palma
Más coches en la carretera para llegar al centro de Palma. Esta vez, sin cola a la entrada del aparcamiento de la plaza de Los Patines como en los días de antigua normalidad. Bajar la ventanilla y pulsar el botón con la punta de una llave para sacar el ticket. Al salir del coche, el olor a lejía y desinfectante te revoluciona la pituitaria en la nueva normalidad. Y ya en la calle, el trasiego de gente con mascarillas y el sol hacen que todo parezca un espejismo del antes del coronavirus.
La terraza de la cafetería Olmos está llena. Pero qué gusto pedir un cortado y removerlo con la cucharilla. María, la camarera, va de un lado a otro con la bandeja llena de cañas. "Va bastante bien, la gente estaba esperando y no había mesas. Y eso que tengo diez" afirma. Con mascarilla y guantes explica a los clientes que no pueden entrar dentro.
Han vuelto las charlas animadas en las terrazas, los encuentros de amigos que no se veían, de compañeros que paran a tomar un bocadillo. Pero esta nueva normalidad... todavía no es tan normal. "Para ser la época en la que estamos, en la que tendría que haber muchos turistas, es muy siniestro todo. Algo triste, todo el mundo con mascarillas, es algo que impacta un montón" afirma una de las chicas sentada con su amiga en la terraza. Ambas no se han visto hoy por primera vez desde hace dos meses.
Un poco más arriba de la cafetería Olmos, las tiendas de ropa, las ópticas y las de telefonía ya tenían clientes esperando en la puerta y guardando pacientemente la distancia de seguridad. En la relojería Suiza sus propietarios Mercedes Calvo y Francisco Miró limpiaban los cristales del escaparate. Armados con viseras de seguridad lo tienen todo a punto para recibir clientes. "Hemos instalado mamparas colgadas del techo porque para nosotros son más prácticas y empleamos pantallas y guantes" dice Miró.
Las joyas y relojes se desinfectan después de probarse, en un sector que no ha podido aguantar con la venta por internet porque el cliente, dicen, necesita tocar el producto. Como comerciantes del barrio están animados por el trasiego de viandantes, dice Calvo, porque se percibe el cambio de fase "y las terrazas empiezan a tener gente y todo eso anima".
En la zona de Los Geranios, comercios y bares están abiertos casi al 100%. En la tienda de ropa y trajes de hombre Pedro Lladó, solo se puede entrar con guantes y mascarilla, que sus propietarios ofrecen a la entrada y tienen bien señalizados. Mateu Cuní, propietario de la tienda, explica que todas las prendas que los clientes se prueban se vaporizan y se ponen en cuarentena. "Todas las prendas que se han probado se vaporizan y se ponen en cuarentena. Estarán tres días colgadas, además del vapor para eliminar cualquier tipo de virus o bacteria. Y los probadores una vez empleados se desinfectarán enseguida" dice Cuní.
El discurrir de gente en esta zona contrasta con una desangelada plaza de España. Ni una sola terraza en un espacio tan grande. Y es que en Palma la nueva normalidad ha dejado, de momento, a la ciudad sin turistas.




