"Vivo feliz en una cajita de distribución de agua de cuatro metros cuadrados"
"A penas me cabe la camita, una mesa de noche, el despertador y la ropa", explica Francisco, que mantiene intactas la lucidez, la inocencia y la sonrisa. A sus sesenta y cinco años vive de okupa en una "cajita del agua" de cuatro metros cuadrados
Arrecife
Francisco Manuel Domingo vive en una casita de cuatro metros cuadrados que gestiona la empresa adjudicataria servicio integral del agua en Lanzarote. Es lo que popularmente se conoce como "la cajita del agua". Vive allí por necesidad, pero jamás ha perdido la dignidad ni la sonrisa. La empresa que gestiona el servicio integral del agua en Lanzarote, Canal Gestión, habilita este tipo de habitáculos para el mantenimiento de algunas instalaciones. Francisco la mantene impoluta, "los de Canal Gestión están muy contentos porque lo tengo todo muy limpio, si vivo aquí, lo normal es que cuide no solo la propiedad, que no es mía, sino los grifos que pasan por aquí", explica Franciso.
REPORTAJE | El hombre que vive en una cajita
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El cuartito donde vive y que él llama "la cajita del agua", está en medio de un descampado inhóspito en la tierra volcánica de Lanzarote y por allí pasan las canalizaciones hacia Arrecife y Playa Honda. "A penas me cabe la camita, una mesa de noche, el despertador y la ropa", explica Francisco. A los sesenta y cinco años mantiene intactas la ingenuidad, la lucidez y la emoción a pesar de las condiciones en las que vive. "Tengo una fregona con la que limpio el pisito con lejía todos los días", dice con una enorme sonrisa. "Trabajaba en el ayuntamiento, el contrato se acabó y ahora hay que buscarse la vida", explica en un conmovedor relato Francisco.
La increíble historia del hombre que vive en una cajita del agua de cuatro metros cuadrados
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La forma de vida elemental de Francisco en una cajita del agua recuerda aquellas odas elementales de Pablo Neruda en las que el poeta escribió: "Y bien, los hombres, las mujeres, vinieron y tomaron la sencilla materia, brizna, viento, fulgor, barro, madera, y con tan poca cosa construyeron paredes, pisos, sueños". La sencillez de Francisco emociona, porque como dijo Saramago, el hombre más sabio que conoció no sabía leer ni escribir. Recibe comida de los voluntarios del Movimiento Vecinal Argana Viva y de Emerlan y recoge besos que echan en su sombrero los viandantes.
Para combatir el miedo de estar solo en medio de la nada, Francisco ha diseñado un sencillísimo pero ingenioso sistema de alarma, "duermo con la puerta medio abierta pero pongo una garrafa de agua atada a la puerta, y si alguien la abre hace sonar la garrafa, me despierto y me pongo a cubierto", relata entre risas. No tiene bolsillos en los pantalones pero jamás pierde la sonrisa. "Compré un calderito, una sartén, tres cucharas y dos vasitos, lo básico para escapar. Me cocino un cachito de cebolla con un pimientito, lo que haya por ahí, gracias a Dios nunca ha faltado nada para comer", explica. Cuando vio llegar a los voluntarios del Movimiento Vecinal Argana Viva dijo: "joder, esto es un milagro", concluye entre risas.
Para ducharse pone el agua que obtiene de un aljibe cercano en una palangana, "el agua está un poquito canela, pero es mejor estar duchado que no estarlo, hay unos bichinos canelitos que parecen miñocas", dice con una inocencia conmovedora. Ilumina su cajita del agua con un foco que se alimenta con luz solar: "la tengo siempre encendida porque el sol es gratis y así los que pasan saben que alguien vive aquí", explica. "Con esto del virus he tenido un respeto tremendo, pero en la radio siempre hablan de coronavrius, mi única compañía aquí es la radio y como hablaban tanto del coronavirus tuve que decirle al médico que me diera unas pastillas para dormir", concluye Francisco con una sonrisa de oreja a oreja.
Javi Rodríguez
(La Palma, 1991) Periodista vinculado a la Cadena SER en Canarias desde el año 2009, apasionado de los...