Las tres guerras sirias: el conflicto armado, la devastada libra y la callada pandemia
Así lo cuenta Samar Kaber, una refugiada en Canarias desde 2016
Entrevista a Samar Kaber, refugiada Siria en Canarias
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Tenerife
Ahora que el símil bélico está en boca de todos; que los sanitarios están en el frente, que las casas son trincheras, que hay lista de espera en la retaguardia, que todos los países tienen un enemigo común y aliados inciertos; las noticias sobre el pueblo sirio ya no preponderan.
El conflicto armado en Siria está al borde de la década. Con más de seis millones de refugiados y una cifra similar de desplazados según ACNUR hasta 2019, allí se libran ahora tres especies de guerras distintas, tal y como indica Samar Kaber, una refugiada que llegó a Gran Canaria en 2016 después de un año de trasiego burocrático pidiendo asilo.
“Primero me negaron el visado, pero volví a iniciar el recurso y un año después me llamaron (…) Soy profesora, estaba en clase y contesté. Me dijeron que fuera a otra entrevista en la embajada de Líbano. Para cruzar la frontera tuve que esperar seis horas, cada paso fue muy duro, pero al final lo conseguí”, explica Samar.
Su casa era un sótano. Según ella misma asegura, vivir era “como una película (…) para salir tenías que mirar en cada esquina si había alguien o algo, mirar las luces para ver si empezaba el combate”. Allí presenció varios atentados, uno de los que peor recuerda fue el estallido de un coche bomba cerca de un colegio que asesinó a 52 niños. Al llegar a Canarias, asegura, se sintió “como en un sueño”. Una de las primeras imágenes que recuerda es la de un paseo en Mesa y López en la que vio a la gente andar con calma.
Sin embargo, su familia directa continúa en Siria, aunque “gracias a Dios”, dice, “viven en una montaña, lejos”. Según las comunicaciones que mantiene con sus allegados, ahora mismo los combates han experimentado una relajación (la ONU ha pedido un cese al fuego y se están concediendo pequeñas treguas humanitarias), aunque la vida diaria consiste “en buscar comida (…) cultivar la tierra”, a lo que suma que “la libra siria no vale nada. Es otro tipo de guerra”.
Respecto a las cifras de la Covid-19 en el país oriental, Samar apunta que “nadie sabe la verdad porque el Gobierno solo tiene un canal de comunicación (…) Dicen que tenemos en torno a 50 personas afectadas, pero es imposible porque estamos abiertos con Irak e Irán. Hay movimientos entre oficiales, expertos, que dicen que tenemos más (casos)”.
En cuanto a los recursos sanitarios, asegura que sus contactos médicos en el país apuntan que “solo existen 325 camas” para albergar a personas infectadas por coronavirus (Según la OMS, en Siria permanecen abiertos 58 hospitales, prácticamente la mitad de los que tenía a disposición antes de que estallara el conflicto). “No hay test ni medicamentos, la mayoría de médicos sirios ahora están en Turquía y Europa. No pueden decir la verdad, y lo entiendo, porque después de nueve años de guerra, nadie sabe”, concluye Samar Kaber.