Docentes en el desierto

La amenaza común de los últimos meses nos ha llevado, por lo general, a valorar lo imprescindible, a separarlo de lo importante o anecdótico, y ha puesto de manifiesto lo determinantes que son muchos colectivos: desde los agricultores, al personal de distribución, tenderos, al personal sanitario y docente, entre otros muchos.

Esta pandemia ha sacado a la luz la alarmante necesidad de un sistema educativo formado, actualizado, comprometido con su alumnado en diversos niveles.Decía C.S. Lewis que “la tarea del educador moderno no es talar selvas, sino regar desiertos”.

Qué importantes son y qué determinantes han sido siempre ese maestro o profesora que sabe ver en ti lo mejor que llevas, que te apoya, que te da la oportunidad de ser la persona que deberías ser. Con o sin covid. Esa gente que no se rinde.

Por mi parte, estas semanas, yo también he pensado en los protagonistas de mi formación y hay dos –en especial- que siguen conmigo desde que pasé por el Instituto Blas Infante, aunque, es probable que ellos ni lo sepan. El primero es Jesús Padilla González, mi profesor de Historia de primero de Bachillerato hasta C.O.U., quien nos enseñó, sobre todo, a pensar por nosotros mismos, a contrastar la misma noticia en periódicos distintos que él traía a clase. Ese ejercicio de conciencia y análisis, de pensamiento crítico, de ponerte en el lugar de personas que piensan de un modo distinto al tuyo, de estudiar la manipulación, de dudar de tus convicciones, son prácticas imprescindibles para validar tus propias ideas. La segunda persona es Mariló Fernandez Taguas, artista y profesora de plástica, quien nunca fue mi profesora oficial pero que -una vez terminado el instituto- le pedí ayuda para preparar el examen de ingreso en Bellas Artes sin conocernos personalmente. Ella me ayudó en un momento crítico, uno de esos momentos en los que te lo juegas todo a una única carta.

Qué suerte encontrar en tu vida a gente que ame su profesión cuando esta es la docencia, qué importantes son, que salvan vidas a largo plazo, sin saberlo. Gracias a ellos y gracias a todos los que no habéis dejado a los niños y jóvenes sin formación estos meses, a pesar de las dificultades. A los que habéis estado con ellos de verdad, sin excusas. Gracias por no conformaros con el desierto.