Estamos donde estábamos, y eso no es bueno
Salvo que ustedes dispongan de mejores argumentos, no he escuchado ni una sola explicación convincente de lo que sucede, y tampoco de cómo amortiguarlo

"La línea roja" de Matías Vallés (31/08/20)
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Palma
Se inician las vacaciones con la predisposición a reencontrarse a finales de agosto con la realidad monótona del resto del año.
Sin embargo, esta vez partíamos al ocio playero con la convicción de que en 2020 ya habíamos sufrido bastante, y que nos merecíamos un otoño descansado.
Salvo que ustedes se hayan pasado este mes en la cima del Everest, queda claro que no volvemos relajados, sino tensos.
Estamos donde estábamos, y eso no es bueno. Casi he pronunciado la palabra normalidad, pero me he frenado a tiempo.
El coronavirus que se ha adueñado de nuestras vidas y de buena parte de nuestra salud no solo continúa activo, sino que ha acelerado su velocidad de propagación.
Nunca imaginamos que veríamos las cifras de contagios de la pasada semana en Balears, la única razón para el optimismo es que se han reducido de momento los casos críticos y los fallecimientos.
Salvo que ustedes dispongan de mejores argumentos, no he escuchado ni una sola explicación convincente de lo que sucede, y tampoco de cómo amortiguarlo.
La única coincidencia general es que no podemos permitirnos otro confinamiento, porque hemos enfermado por encima de nuestras posibilidades.
Cada cual tiene su remedio casero, en mi caso sigo apostando por la distancia social.




