Vuelta al cole

Canarias

 Hace un año, por estas fechas, hubo una consejera que dio el pistoletazo de salida al nuevo curso, denunciando -ella misma- la pervivencia de las aulas-barracones en Canarias. Fue hace un año, pero parece un siglo, por lo ocurrido desde entonces hasta hoy. Sobre todo por el calado del impacto de la COVID en las escuelas.

Más de 200.000 niños y niñas, adolescentes y jóvenes, se incorporan a partir del próximo martes a sus centros educativos, para asistir a clase de forma presencial. No todos los padres y madres; ni todos los docentes y equipos directivos, comparten la afirmación de la consejera Manuela Armas, avalada por el comité cientifico, de que "las clases son más seguras que otros espacios". No se entiende, desde esta perspectiva, la demora en tomar la decisión de arrancar el curso hasta el día 15. Ni que hayan tardado tanto en anunciar que las clases no serán, al menos inicialmente, telemáticas.

Es comprensible el nerviosismo de la comunidad educativa, pero en lo que sí tiene razón la consejera es en apelar a la responsabilidad de cada cual, para normalizar, en la medida de lo posible, la convivencia en la escuela. Los retos pedagógicos siguen ahí; y no son pocos. La necesidad de financiación de nuestro sistema educativo también. Sea en aulas-barracones o en aulas-burbuja, enseñar a nuestros hijos e hijas a vivir con cautela, pero sin miedo, es también una lección que debiéramos impartir y aprender. Los menores y los mayores.

La vuelta al cole es, en cualquier caso, una buena noticia en la que apoyarnos para alumbrar el sombrío futuro que algunos auguran.