El confinador no asume riesgos
A cambio de condenar a una persona a dos semanas de enclaustramiento, el confinador debería comprometerse como mínimo a poner en juego su cargo si la medida no funciona

"La línea roja" de Matías Vallés (18/09/20)
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Palma
“Confinamiento” vuelve a ser la palabra de moda, lo cual indica que las cosas van peor de lo esperado.
Y sobre todo, que no sabemos adónde van las cosas.
Se ha comentado sobradamente la similitud de un confinamiento con un encierro o un arresto domiciliario.
Sin embargo, en Balears se aplican como si fueran unos días de camping, por utilizar la imagen de Berlusconi cuando alojó a los afectados por el terremoto de L’Aquila en tiendas de campaña.
Peor todavía, se regaña a los confinados y se les anuncian maldiciones todavía más insoportables si no se curan por sus propios medios.
O se presume de multarlos, nunca imaginamos que tendríamos una policía religiosa persiguiendo a personas sin mascarilla.
A todo esto, habrán reparado en que los confinadores no se comprometen a nada, no asumen riesgos.
A cambio de condenar a una persona a dos semanas de enclaustramiento, el confinador debería comprometerse como mínimo a poner en juego su cargo si la medida no funciona.
Por el contrario, doblan la apuesta del confinamiento porque, a diferencia de los confinados, los confinadores no se juegan su dinero.




