La magia del Capricho

Madrid

Conozco a Clara Tahoces desde hace casi tres décadas. En todo este tiempo hemos compartido viajes, vivencias, emociones, trabajos, investigaciones... y siempre, como un telón de fondo imposible de despegar, el jardín del Capricho. Ella es una apasionada de los vampiros y de las historias más sangrientas (cualquier lo diría si cada vez que me ve pincharme la insulina se marea...). Recuerdo cuando en Nueva York, hace casi veinte años le compré una película que ella llevaba buscando mucho tiempo y que no podía encontrar en España: El gran amor del conde Drácula. El título y el tema eran lo de menos. Lo importante es que esa película de Paul Naschy del año 1972 estaba rodada en aquel maravilloso palacio y jardín del Capricho que tanto la había obsesionado desde pequeña.

Un retrato en la familia

Desde niña, Clara había convivido con el retrato de Josefa Pimentel, IX duquesa de Osuna, la misma que había construido el jardín, el palacio y tenía tanta amistad con Goya. Fue a finales del siglo XVIII cuando la duquesa mandó levantar ese lugar mágico hoy cerca de Barajas, con una biblioteca extraordinaria en donde se atesoraban volúmenes que incluso la Inquisición perseguía pero que a doña Josefina, nadie sabe por qué, se le permitían.

Extraña mujer rodeada de brujas cuadro de aquelarres, laberintos e insólitos símbolos en el jardín que la convierten en una de las mujeres más cultas e interesantes de esta época.