Sobre la inmigración
La opinión de Pomares

Tenerife
Ángel Víctor Torres ha invitado a Conde Marlaska y la señora Robles a visitar Canarias y conocer de primera mano la situación de la emigración. Asume Torres las funciones de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Migratorios, responsable de coordinar –bajo la dirección de la vicepresidenta Calvo- las actuaciones de los distintos ministerios y la aplicación de la política del Gobierno. El presidente Sánchez no tuvo otra ocurrencia mejor que cargarse la Comisión -la eliminó sin dar explicación alguna a finales del pasado mes de febrero-, sin haber incorporado sus funciones y competencias a ninguna otra entidad u organismo. Desde entonces, el Gobierno no sólo carece de una política clara en materia de emigración, también carece del organismo que pueda coordinar su aplicación. Eso explica en parte la acumulación de errores. A veces una decisión equivocada –sostenida luego por soberbia- crea un encadenamiento de problemas. Y lo cierto es que hoy no se sabe quien decide en materia migratoria. O sí se sabe. No decide absolutamente nadie. Todo el mundo se pasa la papa caliente, mientras los problemas y los inmigrantes se amontonan.
La cuestión es que desde hace ya dos años, coincidiendo con el creciente desinterés español por renovar los convenios de cooperación con los países del Magreb y el Sahel, se ha producido una escalada en la llegada de inmigrantes, y que la ruta a Canarias es ya una cuarta ruta –no reconocida por la UE- para la entrada en Europa. Viene a sumarse a las tres que tradicionalmente operan en el Mediterráneo por sus extremos –Turquía y el Estrecho de Gibraltar- y por su centro, desde Libia. Mientras se reduce la intensidad de travesías por el Estrecho, la utilización de la ruta de Canarias crece exponencialmente. Sólo en la última quincena, han llegado a las islas mil emigrantes africanos utilizando embarcaciones, mientras el Gobierno sigue sin adoptar medida alguna para resolver el alegre desmantelamiento de las instalaciones de acogida, la escasez de medios policiales y sanitarios –desbordados por la necesidad de hacer pruebas Covid y ofrecer atención médica a los inmigrantes que llegan contagiados- y por el desastroso funcionamiento del SIVE, donde no se han resuelto disfunciones y problemas con el material que se arrastran desde hace años.
Canarias es ya la cuarta ruta de la inmigración, con una presión hoy superior a la del Estrecho, y con cifras de fallecidos –según las Ong- que sólo en los últimos doce meses podrían superar las 400 personas. Y la situación va a continuar empeorando.




