Can Menescal de Llubí. Fem un variat!
III mostra del variat Mallorca Degusta
Palma
Desde muy pequeñas, Àngela Capó, Joana Capó y Antònia Cabanelles solían ir a Sa Pobla para comer variats. “El variat era muy famoso en aquellos tiempos. Era una clara muestra de lo mejor que teníamos en nuestra cocina tradicional”. Lo explican y coinciden en recordar momentos de juego, risas y alegrías. Años después, las tres de hicieron cargo de Can Menescal, un bar de tapas de LLubí que había pertenecido al padre de Àngela y Joana.
Corría el año 2002 y todavía hoy, cuando recuerdan juntas el momento de emprender aquella aventura, muestran su sorpresa tras comprobar que el bar se ha convertido en punto de encuentro y de referencia de la buena cocina en este municipio de la comarca del Pla de Mallorca.
Este templo del variat y el buen comer llubinero ha apostado desde el primer día por elaborar una cocina tradicional, “manteniendo las raíces antiguas: todo lo hacemos nosotras, casero, incluso la ensaladilla rusa, la patata cortada y frita.. ¡Todo!”, aseguran. Y es esta voluntad de conservar lo transmitido de generación en generación la que también habla cuando vemos que la mayoría de clientes de Can Menescal “son mallorquines”. Muchos de ellos “vienen a menudo a tomar un variat. Lo preparamos y servimos todos los días”, afirman. Mientras compartimos con ellas unos platillos del variat de Can Menescal, leemos en la pizarra “Bacalao a la mallorquina, frit de pulpo, calamares rellenos”, entre platos especiales.
Los fines de semana “tenemos mucha gente de Palma. Muchos motoristas y ciclistas vienen a desayunar o a comer”, detallan Antònia, Àngela y Joana.
Los sábados “preparamos frit de cerdo, y entre semana lo hacemos de cordero, que también se puede incluir en el variat”. Y es que, coinciden, dentro de esta sinfonía de salsas y sabores de raíces mallorquinas se pueden añadir callos, lomo en salsa, champiñones, riñones o lengua con alcaparras, una de las golosinas más demandadas.
En mitad de la vorágine del servicio de un día cualquiera al mediodía, dentro de este entrañable templo llubinero aún quedan ganas y energía para compartir alguna anécdota : “Una vez, un grupo pidió unas banderillas y cuando se las servimos quedaron de piedra porque esperaban encontrar en el plato banderillas de envinagrados y las encontraron de hígado ..”. Para las tres propietarias de Can Menescal, como para tantos otros enamorados de este plato que tanto nos define, el auténtico variat debe llevar vísceras o tripería.
Publicación de El llibre del variat mallorquí. Redacción: Aina Solano/ Fotografías: Cristina Ortega/ editado por Disset Edició y Radio Mallorca.