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Bar Mingo de Manacor. Fem un Variat!

III mostra del variat Mallorca Degusta

Bar Mingo de Manacor. Fem un Variat! / Cristina Ortega

Manacor

Cuando Mateu Fullana y Maria Ferrer adquirieron en Manacor el Bar Mingo, corría el año 1978 y sus hijos Toni y Mateu eran muy jóvenes y no habían frecuentado muchos bares.

“El primer recuerdo que tengo del variat es el de descubrir que podía comer lengua con alcaparras o hígado, me pareció una innovación brutal. Pero así como iba degustando estos platos me iba quedando enganchado”. Así explica Toni Ferrer su primer contacto con el variat, que los primeros años de tener el bar abierto “solo lo hacíamos los fines de semana”. Los cocinaba “una mujer mayor que venía a prepararlos”. Posteriormente, la demanda empezó a crecer e incorporaron un camarero y, más tarde, un cocinero. Desde aquel momento ampliaron la oferta, que tuvieron durante muchos años expuesta en una vitrina de la barra.

Cristina Ortega

Después, hace unos 24 años, cuando los padres dejaron el local en manos de los hijos, “cada día desde las ocho de la mañana hasta las dos de la noche teníamos variats”.

El recuerdo de su hermano Mateu es aún más simpático: “Era muy pequeño, debía tener siete años, y me acuerdo más de los helados que del variat. Venia del campo, y poder acceder a los helados a cualquier hora del día era una fiesta”.

Cristina Ortega

En el Bar Mingo se concentra mucha gente de Manacor y también muchos extranjeros para comer un variat, que preparan igual que el primer día: con lengua con alcaparras, callos, hígado con aceite, champiñones, albóndigas, frit de cerdo y cordero, rebozados como el calamar y croquetas, ensaladilla rusa, pica pica, lomo con salsa…”No lo tocamos. Siempre es igual porque funciona”, asegura Toni, orgulloso de poder decir que el Bar Mingo se ha convertido en un núcleo de referencia de Manacor: “Empezamos mis padres y yo, y ahora somos más de veinte personas trabajando”, asegura.

Recuerda que mucha gente de fuera no entiende la mezcla de platos del variat, y tampoco el bocadillo de variat, que sirven con unas gotas de tabasco. Durante muchos, todos los lunes “venía una mujer al mercado, y a las 6.30 ó 7 de la mañana, cuando bajaba de la furgoneta, ya entraba en el bar, pedía una tapa grande de callos y se las comía sin pan, con cuchara y con un café con leche. Era muy curioso, pero la veías disfrutar tanto del plato…”, recuerda sonriente.

Cristina Ortega

Publicación de El llibre del variat mallorquí. Redacción: Aina Solano/ Fotografías: Cristina Ortega/ editado por Disset Edició y Radio Mallorca

 
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