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Día de Acción de Gracias en Jerez

Mientras Estados Unidos se prepara para una fecha extraña por las restricciones, en Abocallena revivimos un "Thanksgiving" especial que disfrutamos en Jerez

Jerez de la Frontera

En Nueva York estos días muchas personas se ven obligadas a hacer cola en los bancos de alimentos para poder poner una cena digna el próximo jueves encima de la mesa. La crisis económica provocada por la pandemia se deja sentir con fuerza en Estados Unidos. El país se prepara para un Día de Acción de Gracias especialmente triste y extraño. Las autoridades piden a la población que no viaje para reunirse con la familia por temor a que los contagios vuelven a batir todos los récords.

Se trata de un adelanto de lo que podríamos vivir dentro de un mes en nuestro país con motivo de las Navidades. Por eso, en Abocallena recordamos hoy con una mezcla de nostalgia y gratitud el Día de Acción de Gracias al que fuimos invitados hace justo dos años en pleno centro histórico de Jerez.

Típico pavo relleno del Dia de Acción de Gracias / A Boca Llena

Son las dos y media de la tarde y en el rinconcito de la calle Porvera, aquél en el que siempre estuvo el quiosco de mi querido y recordado Paco Castro, y donde los hermanos Becerra siguen al pie del cañón con su centenaria espartería, está todo dispuesto para que comience la zambomba que ha preparado el “Rincón granaíno”. Estamos a 24 de noviembre, a un mes justo del día de Nochebuena, y aunque hasta dentro de una semana no se abrirá el período oficial, ya hay quienes no se han resistido a desempolvar el libreto con los villancicos y coger la pandereta, la botella de anís y la caja flamenca para inundar el ambiente con los primeros “Tin, tin Catalina”, “Calle de San Francisco”, “Tu carita divina”…

Mi cita está unos pocos metros más allá del lienzo de muralla de donde hace años tuvieron que retirar la estatua de Alfonso X para que los vándalos no acabaran con ella. Al principio de la calle Chancillería, en una casa que técnicamente se puede considerar que está situada intramuros de la vieja fortaleza que delimita el perímetro del casco antiguo, vive la familia de Peter de Trolio. Han tenido el detalle de invitar a quien suscribe al almuerzo familiar con el que celebran el día de Acción de gracias, el más importante del año para los estadounidenses.

Champiñones rellenos de carne / A Boca Llena

Aunque en España pasa desapercibida, el “Thanksgiving” es una fiesta nacional que se celebra cada año en Norteamérica el cuarto jueves de noviembre. Tiene su origen en el primer cuarto del siglo XVII y se organizaba para dar gracias a Dios por la cosecha y por las bendiciones recibidas durante todo el año. Esas primeras celebraciones tuvieron lugar en Plymouth, actual estado de Massachusetts, que es el lugar de nacimiento de Peter. Desde miles de kilómetros de distancia, Peter continúa la tradición de su familia, de su padre y de su abuelo materno, que emigró desde Italia con sólo dos años junto a su familia.

Está casado con Maribel, una jerezana con la que tiene dos hijos, y viven en Jerez desde hace veinteséis años. Cada mes de noviembre cumple escrupulosamente con la tradición y este año ha querido que nuestros lectores sean testigos del auténtico almuerzo de Acción de gracias, en el que por supuesto no puede faltar el pavo relleno.

Como es habitual, nuestro anfitrión ha dispuesto cada detalle con mimo y esmero desde varios días antes de la cita. Al terminar su jornada laboral como profesor de Historia en El Altillo School, se ha encerrado en la cocina para prepararlo todo. Durante las muchas horas que dura el proceso no admite pinches ni curiosos. Maribel se encarga únicamente de ligar la salsa del pavo justo antes de servirlo. Todo un ceremonial que sigue en cada paso la tradición que ha recibido de sus mayores.

Bendición de la mesa previa al almuerzo en casa de los De Trolio / A Boca Llena

Llego a su casa a la hora acordada. La cocina huele a comida familiar, a un rico asado hecho con todo el cariño. Para Peter es el día más importante del año y en el que debe y quiere cumplir la tradición con ilusión y responsabilidad.

La mesa está preparada. La mejor mantelería, con la vajilla, los cubertería y la cristalería de las ocasiones especiales. No es el mesa de comedor familiar en la que tantos almuerzos de Acción de Gracias disfrutó junto a los suyos, pero Peter tiene previsto traérsela en breve desde los Estados Unidos. De hecho, cuando compró la casa hace cuatro años, en el fondo estaba pensando también en ello.

La mesa que nos reúne este día tiene capacidad para doce comensales, además de dos benjamines que se situarán en una más pequeña justo al lado. Es en ese momento, hablando con Peter, cuando tomo conciencia del gran honor de haber sido convocado a la cita, ya que la lista de invitados que se han quedado fuera este año es importante.

El pavo servido en el plato con la salsa y las guarniciones / A Boca Llena

Me encuentro como en mi casa, rodeado de personas encantadoras, atentas y muy hospitalarias. Juan Miguel, uno de los cuñados de Peter, trabaja en las bodegas Lustau y nos ha preparado de aperitivo un estupendo vermú blanco con hielo.

Mientras Peter saca el pavo de la fuente para trincharlo, aprovechamos para comentar algunos detalles que reflejo en esta crónica. Les confieso que no ha sido fácil sacar información, ya que nuestro anfitrión guarda con especial celo la receta familiar. En este ocasión, Peter ha adquirido en su carnicería de confianza un hermoso pavo de siete kilos y doscientos gramos al que ha tenido entretenido en el horno desde las siete de la mañana. Después de todo este tiempo, la carne está perfecta, de manera que al sacarlo se ha desprendido una de las patas. Del relleno, que había preparado el día anterior antes de pasarlo a la nevera para que reposara durante la noche, sólo he podido averiguar que lleva carne de cerdo picada, pan, salchicha italiana y “especias secretas”. Sea como fuere, está fantástico después de haber permanecido más de siete horas en el interior del ave.

Surtido de típicas y deliciosas tartas americanas / A Boca Llena

Tan importante como el plato principal es el acompañamiento. Desde el maíz hervido con mantequilla hasta la crema de calabaza, pasando por el típico puré de patatas y la salsa de Maribel. Al ser un almuerzo tan contundente, no admite muchos aperitivos. Únicamente unos enormes champiñones rellenos de carne, también del recetario familiar de los De Trolio. Deliciosos.

Al pasar al comedor, la mesa está perfectamente organizada. Cada sitio tiene asignado un cartelito con el nombre del comensal. Me toca a la derecha del anfitrión. Junto a mi cubierto encuentra una pequeña tarjeta que contiene una sencilla bendición que Peter ha tenido el detalle de escribir en castellano: “Bendícenos Señor y los alimentos que vamos a recibir por la bondad de Cristo Nuestro Señor. Amén”.

Tras la breve oración, Peter brinda desde su sitio en la cabecera de la mesa por la abuelita Ana, su suegra, que ya no se encuentra entre ellos pro a la que le encantaba este almuerzo. “Al principio rejaba mucho y se resistía a esa costumbre tan anglosajona de mezclar alimentos dulces y salados, pero después de probarlo me preguntó si podía volver a hacerlo el fin de semana siguiente”, recuerda con gran cariño.

Una vez cumplimentado el ritual, comienza el almuerzo y el habitual trasiego de fuentes y bandejas que pasan de mano en mano y que dibujan una escena familiar que en nuestra tierra recuerda a cualquier celebración navideña. El principal alimento es el encuentro de la familia, un ingrediente que suele escasear durante el año pero que anhelamos y que renueva nuestras ilusiones cuando se aproximan ciertas fechas.

Boniatos, piñas y cerezas en almíbar con canela / A Boca Llena

La contundencia del almuerzo aconseja una pausa que aprovechamos para beber más vino y para que la tertulia gane en intensidad, y todo ello sin movernos de la mesa. Casi dos horas después, las deliciosas tartas caseras de Peter, acompañadas de un café en una auténtica cafetera americana, van a ponerle el broche a una comida que ya supera incluso la hora de la merienda. Una “Apple pie”, con las masa basta y las manzanas caramelizadas en el interior, una tarta de arándanos cuyo relleno se le ha quedado un poco líquido pero que no por ello deja de estar exquisita, otras dos de calabaza y unos boniatos con rodajas de piña en almíbar con canela nos dejan el mejor sabor de boca en nuestro primer “Thanksgiving”. Posiblemente de los contadísimos que se celebran en un recinto amurallado. Mil gracias de nuevo, amigos.

Con el deseo de que lo que hemos perdido por esta pandemia y no valorábamos lo suficiente, podamos revivirlo cuanto antes. Feliz Día de Acción de Gracias. Happy thanksgiving day!

 
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