Un penalti increíble priva al Sporting del cuarto puesto

Gijón

Cómo pasar de la euforia a la indignación en menos de diez minutos. De eso fue ejemplo el partido del Sporting ante el Leganés. De ver a los rojiblancos asaltar la cuarta plaza a que una lamentable decisión arbitral rebajara la alegría y alimentara la rabia y la frustración de que, ni con tecnología y muchos ojos mirando, se puedan entender determinadas decisiones arbitrales. No hay quien entienda que Pulido Santana viera penalti en un salto inocente de Marc Valiente con Borja Bastón. Solo el canario, que lo tuvo tan claro que desde el VAR poco pudo decirle Trujillo Suárez. 

En el minuto 82 nadie podía imaginar que pasarían tantas cosas en un partido bastante gris, con mucho trabajo y pocas concesiones a la galería. Todo parecía encaminado a un 0-0 que era bastante justo, en el caso del Sporting porque apenas atacó con criterio y en el caso del Leganés por el buen trabajo defensivo del equipo rojiblanco. Solo el fuego amigo generó algún peligro para la portería de Mariño, con errores de jugadores rojiblancos como Gragera o Saúl García. En la segunda mitad el Leganés sí había generado alguna llegada peligrosa, como un cabezazo de Arnáiz que se fue fuera por poco o un balón parado que remató fuera, libre de marca, Omeruo. Poca cosa, en todo caso.

Los acontecimientos se precipitaron a partir del minuto 83. En su regreso a la que durante tantos años fue su casa, Pichu Cuéllar cometió un error grave. En su intento de despejar de puños un balón colgado al área, se llevó por delante la cabeza de Borja López. Cinco segundos delante del monitor le sirvieron a Pulido Santana para tomar la decisión: penalti a favor del Sporting. Quiso chutarlo Pedro Díaz, aunque finalmente el sierense se lo cedió a Djurdjevic. Posiblemente el canterano lo hubiera tirado mejor, aunque Djuka se resarció aprovechando el despeje de la parada de Cuéllar para marcar su décimo gol de la temporada.

Quedaban solo cinco minutos más el descuento, pero el Sporting no supo cerrar el partido. A punto estuvo de marcar en un remate de cabeza Ignasi Miquel, evitándolo Mariño con una gran intervención. Y cuando el partido expiraba, llegó el escándalo: Marc Valiente, que acababa (Iiteralmente) de entrar al campo apoyó sus manos en los hombros de Borja Bastón y lo que para el resto de la humanidad fue un leve contacto, para el colegiado fue un penalti de libro. El propio Bastón fue el encargado de marcarlo, engañando a Mariño y sin margen de reacción para el Sporting, que acto seguido solo pudo lamentarse y protestar porque el árbitro señaló que tocaba irse de vacaciones.

Ya en frío, tras el shock, el Sporting podrá valorar que termina la primera vuelta quinto (por tanto, en playoff), con 32 puntos, tuteando a otro gallito de la categoría y sin haber perdido todavía en El Molinón. Pero para eso harán falta unas horas, porque el último instante del año futbolístico fue polémico e indignante.

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