

Que cada uno cometa sus propios errores
Las redes asociales no han florecido por sus virtudes, sino por el descrédito de un periodismo tradicional demasiado pagado de sí mismo
Buenos días. El mayor peligro del periodismo es la tentación de creer que se puede pensar en lugar de otros.
Las redes asociales no han florecido por sus virtudes, sino por el descrédito de un periodismo tradicional demasiado pagado de sí mismo.
Por fortuna, los especialistas en apropiarse del pensamiento ajeno acaban movilizando a sus seguidores en el sentido opuesto al que pretenden.
Y ya imaginaban ustedes que íbamos a desembocar en nuestro caso concreto.
Perdonen de antemano que una vehemencia mal amaestrada les impulse a sospechar que quiero pensar en su lugar.
Nada más lejos de mi intención, y siento decirles que no solo por respeto hacia ustedes.
Sobre todo porque, en el caso de que empezara a convencerles, me asaltarían las dudas sobre la validez de mis ideas, con el esfuerzo que lleva cambiarlas.
Para fortalecerse, las ideas no necesitan el abono del aplauso, sino el aguijón de la crítica.
Parece evidente, pero le costará encontrar personas que lo acepten.
Como decía Chaplin, dejadme cometer mis propios errores.
