Tribunales

"Me puso unas esposas y empezó a meterme mano. Intenté quitarme, pero no podía"

Una de las denunciantes del 'caso Simpalabras' cuenta los abusos sexuales presuntamente cometidos por el dueño del céntrico local de La Laguna

Sinpalabras / Cadena SER

Tenerife

La soledad que acompaña a las víctimas de abusos sexuales enmudece. Hasta que el silencio termina por ser estruendoso. Sucedió en La Laguna, en marzo de 2018, cuando los colectivos feministas de la ciudad sí escucharon y difundieron las denuncias de opresión que sufrieron varias mujeres, entre ellas menores de edad, en el conocido local “Simpalabras”. Los hechos fueron cometidos, presuntamente, por su propietario, a quien el Ministerio Fiscal pide 37 años de cárcel.

El primer contacto se basó en una observación obscena del cuerpo que la convirtió en candidata apta para acceder al puesto de camarera. Así detalla Amalia (nombre ficticio) la entrevista de trabajo que tuvo con el que después sería su jefe. Al día siguiente comenzó un periodo de prueba que se extendió durante varias semanas pautadas por la normalidad. “Pero luego empezó a coger confianza, a tocarme el culo, darme nalgadas, a restregarse conmigo. La barra era estrecha. A lo mejor estaba lavando la loza o atendiendo a los clientes y se ponía detrás de mí para hablar con ellos”.

A lo largo de su etapa como empleada del establecimiento, Amelia vivió constantes humillaciones y extralimitaciones, pero hubo dos días de profundo ultraje. “Siempre trabajábamos borrachas. Nos hacía hacer juegos de beber. Un día fui al almacén con él a buscar mercancía. Yo estaba junto al maletero del coche y él en la parte del conductor hasta que se puso detrás de mí y me cogió las manos. Me puso los grilletes y me empezó a meter mano. Intenté quitarme, pero no podía atada de manos. Le gritaba y le decía que me quitara las esposas hasta que me las quitó”.

A ese día le sucedieron las habituales disculpas, atribuciones al alcohol y a la confusión. La segunda noche clave se produjo fuera del horario laboral de Amalia, que acudió al local con unos amigos: “Nada más llegar me dio una copa. No recuerdo nada más”.

La noche acabó con Amalia en el hospital y un parte médico en el que figura el diagnóstico de intoxicación etílica y por consumo de estupefacientes. El siguiente recuerdo que tiene es el de sus amigos contándole lo sucedido la anterior noche en el local: “Me vieron bailando y besándome con él hasta que me desmayé”.

Todo estalló públicamente en 2018 y, tras prestar declaración, el juzgado de La Laguna dictó la protección de las victimas mediante órdenes de alejamiento y el ingreso en prisión del presunto autor de los delitos de abuso y agresión sexual. “Al principio me daba rabia porque pensaba que lo iba a contar y no me iban a creer… La clave fue que salieran tantas chicas a denunciarlo”. Tres años después, Amalia ha conocido la petición de cárcel de la Fiscalía a través de los medios de comunicación y continúa esperando una llamada que indique el final del proceso judicial.

 
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