Jóvenes de 90 años sin miedo a la vacuna del coronavirus: «¡Hay que animarse y a vacunarse, eh!»

Alicante

Han vivido la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil española, la posguerra, la dictadura, la transición, la crisis del 2008… y la gran pandemia del coronavirus. Y a sus jóvenes y venerables noventa y tantos, ahí están, exultantes de alegría cuando llegan a sus centros de salud para recibir la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19. Se lo merecían, se lo debíamos.

Son un ejército de más de 2.300 personas mayores de 90 años y de grandes dependientes no institucionalizados del Departamento de Salud Alicante-Hospital General que, por fin, han comenzado a vacunarse. Son una enciclopedia viva y un ejemplo de dignidad y esperanza para los que ni hemos vivido tanto ni hemos pasado tanto como ellos.

Fermina Casado tiene 92 años y Filomena Fernández, 91. Ellas no se conocen, pero las dos tienen a una persona en común, José Luis Giménez, el enfermero que les inyectó la vacuna que dentro de poco les permitirá reunirse de nuevo con sus familias, dar un paseo y volver a ver el sol, ir al teatro o jugar una partidita de chinchón con sus amigas. “Que Dios le conserve muchos años las manos a José Luis para hacer tanto bien”, cuenta Fermina cuando escucha su voz al otro lado del teléfono. Y José Luis se queda sin palabras…

Ninguna de las dos ha tenido miedo. Ellas que han visto bombas caer en el 36 no se iban a asustar ahora por un pinchazo: «Que todo el mundo se vacune, que es como una vacuna más, como si te pinchas con una aguja o un alfiler», dice Fermina con un tono de voz capaz de tranquilizar a una jauría de políticos en pleno debate parlamentario. Filomena no tiene pelos en la lengua, a sus años no está para dar rodeos: “Yo no sé cómo las personas tienen miedo a esto. ¿Miedo? ¡Miedo a Vox! A Vox hay que tenerle más miedo que a las vacunas”.

Si para los demás el confinamiento está siendo muy duro, imagínense lo que, desde hace un año, está suponiendo para los nacidos en las primeras décadas del siglo XX. “Tengo dos nietos y dos bisnietos que todavía son niños y no puedo ni ir a verlos ni estar con ellos. Y eso es lo que más duele, no poder disfrutar de tu familia”, cuenta Fermina, “Con mis hijos estoy en contacto por WhatsApp, a veces por videollamada y otras veces por teléfono. Mis nietos y yo tenemos un grupo y cada mañana nos damos los buenos días”. Filomena tiene a su familia a caballo entre Alicante, Madrid y Cambridge -o “Quembris”, como dice ella con ese salero que Dios le ha dado-: “Tengo nietos y dos bisnietas, pero los tengo en Inglaterra y, claro, no los veo. A ver si este verano las puedo ver, porque ellos tampoco pueden salir de allí, sabes (…) Cumplo años el día 1 de marzo y mi hija, que vive en Madrid, tampoco puede venir, pero me conformo”.

José Luis, que sigue sin palabras, no puede evitar reconocer que tenemos mucho que aprender de ellos: “En cada palabra que dicen hay una gran lección”.

Ampliar

Ahora que con la primera dosis han comenzado su camino hacia la inmunidad, Fermina y Filomena tienen un mensaje para los demás, para los que aún tenemos que tener paciencia, bendita paciencia, y esperar un poco: “Yo invito a todo el mundo, a todos, pero especialmente a los mayores y a esa juventud tan preciosa a que hagan las cosas bien, que sean prudentes, que tienen luego toda una vida por delante para poder disfrutarla, pero que se vacunen, que se pongan mascarillas, que tengan sus geles en sus manos. (…) Que tengan, por favor, respeto a los mayores, a ellos mismos y a todos los que tienen en sus casas. Que miren las imágenes de las UCI de los hospitales, de esos sanitarios que están expuestos todos los días, que exponen sus vidas para salvar las nuestras”. Tras el mensaje de Fermina, llega el de Filomena: “Estoy deseando que se la pongan a mis hijos, a mis nietos, al mundo entero, porque eso es lo único que va a frenar un poco esto. (…) ¡Hay que animarse y a vacunarse, eh!”.

Con ellas, con Filomena y Fermina, y con José Luis hemos conversado en Hoy por Hoy, nos hemos reído, nos hemos enternecido y, fundamentalmente, hemos aprendido. Mucho, muchísimo. Este ha sido un pequeño extracto de una conversación impagable que pueden escuchar de nuevo, íntegra, en la parte superior de este artículo.