Convertidos al horario europeo

Palma

La única integración en Europa no consumada era el desfase horario.

Los ciudadanos de Balears conocen la experiencia surrealista de celebrar la sobremesa paseando por una zona turística a eso de las seis de la tarde, para contemplar a las familias extranjeras aposentadas en las terrazas de los restaurantes con ropa y disposición de cenar.

La pandemia ha corregido con su brutalidad habitual la diferencia horaria.

Ya no se puede cenar a medianoche, que es la hora más civilizada de hacerlo.

Ni siquiera a las diez de la noche, el horario de consenso para simular un cierto respeto por las convenciones.

De hecho, no se puede cenar ni a las seis de la tarde con los turistas tempraneros, porque los restaurantes están restringidos a esas horas.

Nos han convertido por las bravas al horario europeo, al obligarnos a recogernos mucho antes y por lo tanto a madrugar más allá de lo que aconsejaba nuestra tradición.

Nos prohíben incluso que hagamos trampas adelantando nuestros vicios, porque el conseller Negueruela advirtió seriamente de que no se trataba de anticipar el tardeo a las diez de la mañana, sino de suprimirlo.

Olvidan que hay un número máximo de cosas que pueden hacerse en un día, pero también hay un número mínimo de cosas que tienen que hacerse en un día.

De momento no nos han curado, pero sí nos han educado.