Economia y negocios

Vendiendo ilusión y alegría desde hace décadas

La ONCE busca trabajadores para incorporar en Aranda. Este martes hemos conocido las historias de algunos de los arandinos que se dedican a esta gratificante labor

Rosalía lleva muchos años vendiendo cupones en la calle Isilla / Cadena SER

Aranda de Duero

La ONCE cumplió 80 años de trayectoria en 2018. Una trayectoria marcada por su vocación de servicio hacia personas ciegas o con otra discapacidad para mejorar su calidad de vida. Presta servicios a ciegos o personas con poca visibilidad, adaptaciones a la vivienda, gestión del perro guía… etc. La ONCE tiene un acuerdo por el que el Gobierno le otorga una licencia de venta de loterías, y esta es su forma de rentabilizar su actividad social. Hoy nos situamos en la realidad de algunos de nuestros trabajadores de nuestro entorno, y cómo a nivel provincial se siguen buscando nuevos aspirantes ante el déficit existente.

Pedro López es un vendedor de 52 años, él vende en la calle Burgo de Osma. Cuenta que “empecé a trabajar en el año 99 porque en aquella época había sufrido un accidente en el que había perdido el brazo y era una de las pocas salidas que tenía”. “Soy delegado del comité de empresa. Formar parte de la ONCE me ha hecho crecer a nivel económico. Tengo una familia, he criado unos hijos, me ha hecho integrarme en la sociedad, y a nivel personal me ha hecho conocer mucha gente, muchos clientes… Animo a la gente que colabore con esta gran labor social, y eso se hace comprando el cupón”, añade.

Rosalía Arranz tiene 50 años y es agente vendedor desde el 98, pero además padece una sordo ceguera parcial, no es ni ciega ni sorda al completo. Vende en la calle Isilla. “Esta es mi vida, llevo mucho tiempo pasando la venta y el cupón. La pandemia nos ha cambiado bastante, antes se vendía más y ahora vamos tirando poco a poco. Trabajar en la ONCE me ha aportado ilusión, ganas, y mucha ayuda. A mi familia, a mí, y a todos mis compañeros. Los afiliados tenemos un trabajo, un sueldo, y es lo más importante que hay para un trabajador en la vida. Yo me adapto bien a mi doble discapacidad, la máquina al principio me costó pero con el paso de los años y el tiempo, me he ajustado”, explica, congratulándose de haber dado 80.000 euros en total en uno de los premio más golosos que ha repartido, y aseverando que es “muy feliz” trabajando en la ONCE.

Héctor Martínez tiene 40 años, tres de ellos en la ONCE, y es el agente vendedor más joven de Aranda. Vende en la Plaza de la Virgencilla, pero por las tardes se mueve por los barrios y empresas. “Ya conocía este mundo porque mi padre era vendedor y me adapté mucho mejor. Entré por un amigo de mi padre además, que me lo recomendó. Hice los cursos y aquí estoy, son cursos muy entretenidos, en los que te dan consejos y explican cómo tratar a los clientes. Estar en la ONCE me ha aportado diversión, yo estoy acostumbrado al trato con la gente porque antes tenía un restaurante, y aunque tienes algún día malo en general disfruto mucho, y te da mucha seguridad económicamente. Esta situación nos ha afectado sobre todo psicológicamente, porque el trato con la gente es más lejano, y el tema de los bares también porque nos ayudaban mucho a nosotros y verles así nos fastidia”, relata.

Más de 80 años de servicio

La valiosa labor que ejerce la ONCE desde hace más de 80 años la hemos repasado con Jesús Blanco, presidente de la citada organización en Burgos. Explica que “el mejor resumen son los tres testimonios que hemos oído”. “La labor es escuchar a estos vendedores, sus testimonios de agradecimiento, orgullo y compromiso con la sociedad y su profesión. Ser vendedor es una labor muy agradecida, es tu gente, es tu vecino, tu panadero… Gente con la que tienes ese contacto. Cuando un cliente se acerca a un kiosko de la ONCE está haciendo una labor social impresionante. De cada euro que un cliente invierte en comprar ilusión, 55 céntimos van para pagar los premios. Luego hay 33 céntimos que van destinados a pagar la infraestructura para desarrollar las labores, maquinaria, impresión y sueldos. Y los 12 céntimos restantes es lo que hace a la ONCE genuino, nosotros esos beneficios los reinvertimos en labor social. De esos 12 céntimos, 8 se destinan a los servicios sociales que prestamos a las personas ciegas o discapacidad visual. Y el resto es para pagar la Fundación ONCE, que se dedica a la discapacidad en general”, explica.

Ruiz ha especificado que en toda la provincia hay 90 vendedores, y en Aranda seis. “Qué ocurre, que ahora en activo son cinco porque una de nuestros vendedores está de baja. Y tenemos unos indicios de baja más activos que en otros lugares. No tenemos a nadie en bolsa de empleo para poder cubrir ese puesto. Y sí necesitaríamos más trabajadores. Animo al que busque un trabajo divertido y estable, y muy bien remunerado, que nos mande su currículum. Que llamen a la ONCE de Burgos y ahí les explicarán”, comenta, recordando que el único requisito para poder formar parte de este colectivo “es tener una discapacidad reconocida de más de un 33%, aunque luego hay que cumplir un perfil mínimo”.

Las historias de los tres vendedores arandinos y la charla con Ruiz puede reproducirse en el siguiente audio.

Vendiendo ilusión y alegría desde hace décadas

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