El palo y la zanahoria de Ximo Puig

Alicante

Tras un año y un mes ya sabemos que hay dos formas de gestionar la pandemia: la del palo y la de la zanahoria.

Con la tercera ola, la Generalitat optó por un cierre casi total. Solo se salvó el comercio, al que se le redujeron los horarios hasta las seis de la tarde. Entonces, los excesos navideños los teníamos que pagar.

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Posteriormente, con la reducción de la incidencia, pero ante el temor de lo que pudiera pasar con las Fallas y la Semana Santa, el Consell optó por aliviar algo las medidas y por marcarnos el camino de la prudencia. El compromiso es que ninguna restricción se mantendrá más tiempo del estrictamente necesario.

La vía de los incentivos siempre trae más réditos. El palo produce un efecto rebote. Tras trece meses de pandemia, los ciudadanos, cansados, se rebelan.

En cualquier caso, ambas formas de gestión tienen sus límites. La resiliencia de esta sociedad se ha demostrado mucho mayor de lo que esperábamos, pero no es eterna, infinita. Y la zanahoria de Ximo Puig -y seguro que el president lo sabe- se empieza a poner blanda.

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