Heraclio Fournier y el origen de los naipes
La baraja española más famosa
A lo largo de más de un milenio, la Ruta de la Seda mantuvo abierta la comunicación entre Oriente y Occidente, siendo una vía de intercambio comercial, cultural y tecnológico. Una red de rutas comerciales que irradiaban desde Asia Central y por la que transitaron comerciantes, exploradores, guerreros, monjes, viajeros y espías. Esta milenaria vía comunicaba la antigua capital china de Chang’an (actualmente Xi'an) con Roma, dos ciudades que estaban separadas por más de 8.000 kilómetros. Tal era la importancia de la Ruta de la Seda que el mundo que conocemos y todo lo que hemos creado se debe en gran parte al intercambio de conocimientos y tecnología que se produjeron en esta red de rutas comerciales.
Gracias a la Ruta de la Seda, Occidente se benefició de diferentes inventos procedentes de China, como el papel, la pólvora, la brújula o las técnicas de impresión. Una serie de inventos que perfilaron el nuevo mundo. Además, esta red de rutas comerciales también fue la vía por la que llegaron cosas tan básicas como los naipes a los países europeos, principalmente a los países mediterráneos como Italia y España, desde donde viajaron al resto del planeta. Los primeros naipes que llegaron a Europa en torno al siglo XIV procedían de la cuenca oriental del Mediterráneo, como señala el especialista en la historia de los naipes, Pierre Garrigue.
Los historiadores sitúan el nacimiento de los naipes en China hacia el año 1000 antes de Cristo. La civilización china identificaba los cuatro palos de la baraja con los cuatro elementos naturales: agua, aire, fuego y tierra. Los chinos combinaron el azar de los dados con la estrategia del ajedrez, haciendo que tuvieran peso tanto la suerte, como la inteligencia y la experiencia de los jugadores. De esta forma, los principiantes tenían las mismas posibilidades de ganar una partida que los más experimentados. Cuando los naipes llegaron al Viejo Continente, la esencia del juego permaneció intacta, aunque cada país europeo modificó los palos y las figuras orientales por objetos más cercanos a la cultura local. En España se optó por los bastos, copas, espadas y oros, símbolos que representaban los diferentes estamentos de la época: clero, monarquía, pueblo llano y nobleza.
Hoy en día, la baraja española más famosa es obra de Heraclio Fournier González. En 1870, este joven burgalés decidió establecerse en Vitoria-Gasteiz, donde fundó un pequeño taller de impresión en la Plaza España de la capital alavesa. Tuvo un éxito próspero debido a los métodos de impresión innovadores que usaba, y se vio obligado a trasladarse a una ubicación con mayor espacio. En 1877, Fournier pidió a un profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, Emilio Soubrier y al pintor Ignacio Díaz de Olano, el diseño de una baraja de cartas, que se convirtió en la precursora de los actuales naipes españoles. El lanzamiento de la baraja de naipes fue un auténtico éxito, y marcó un antes y un después en la historia de la compañía Fournier.
A partir de 1880, Europa empezó a encolar manufacturas papeleras mediante el uso de máquinas. Sin embargo, Fournier fue un paso más allá y lanzó al mercado naipes de una sola hoja con barniz amarfilado. Unos años más tarde, el burgalés cumplió su sueño de tener una fábrica propia en la capital alavesa. En ese momento, acometió la creación de las bajaras litográficas de doce colores. Este hecho no pasó desapercibido tanto en el ámbito nacional como internacional. De hecho, consiguió diversos premios de diseño y técnicas de impresión, como el premio al diseño de naipes en la Exposición Universal de París de 1889 y el premio en avances técnicos de impresión en la Exposición de la Sociedad Científica de Madrid de 1890.
Consolidación a nivel nacional e internacional
Heraclio Fournier murió en Vichy, ciudad y comuna francesa situada en el departamento de Allier, en el año 1916. Tras su muerte, su nieto, Félix Alfaro Fournier, asumió el mando de la compañía. La empresa siguió acumulando éxito con el paso de los años. En 1948, Naipes Heraclio Fournier ya se había convertido en líder absoluto del mercado nacional, con diseños ya cercanos a la baraja de cartas actual. El negocio se trasladó a una nueva planta más amplia para responder a la creciente demanda, incorporando los últimos avances tecnológicos de la época y sentando las bases de su consolidación a nivel internacional.
En 2020, la empresa fundada por Heraclio Fournier cumplió 150 años. La compañía produce diariamente más de 15.000 barajas que viajan a más de 70 países de los cinco continentes, especialmente a los mercados internacionales de salas de juego y casinos. Hoy en día, el Museo Fournier de Naipes de Álava es uno de los pocos museos del mundo dedicado exclusivamente a los naipes, y alberga una de las barajas más antiguas que se conserva, que data de principios del siglo XV. En este lugar los visitantes pueden realizar un recorrido histórico, técnico y temático a lo largo de la evolución de los naipes, desde el siglo XV hasta nuestros días.
Diferentes tipos de barajas de cartas
Hoy en día, la baraja de cartas española está presente en la mayoría de los hogares de Morón de la Frontera. Cuenta con 48 naipes clasificados en cuatro palos: los oros, las copas, los bastos y las espadas. Sin embargo, la versión más usada es la de 40 naipes, sin ochos ni nueves. Las figuras de la baraja española corresponden a los números 10, 11 y 12, y son conocidas como “sota”, “caballo” y “rey” respectivamente. A diferencia de la baraja francesa, las figuras se representan de cuerpo entero.
En España, la baraja de cartas española se usa para jugar a juegos como la brisca, la escoba o el mentiroso. Sin embargo, juego de cartas tan populares como el póker, ya sea en su modalidad en vivo como en partidas en salas de póker online como 888poker, se juegan con la baraja inglesa. Esta baraja consta de 52 naipes distribuidos en cuatro palos: los corazones, los diamantes, las picas y los tréboles. Cada palo se compone por 13 cartas, de las cuales nueve son números y cuatro figuras (la J, la Q y la K).