Antípodas antitabaco

Albacete

Hace unos días me sorprendí agradablemente escuchando dos importantes noticias sobre la lucha contra el tabaco en el mundo. La primera atañe a España. El ministerio de sanidad propuso a las Comunidades que prohibieran fumar en las terrazas de restaurantes y bares al aire libre, incluso si se puede mantener una distancia de seguridad mayor de dos metros entre las personas. Seis comunidades autónomas ya seguían esta medida antes de que la recomendara el ministerio al resto. La medida puede pretender tal vez disminuir el riesgo de contagio de la COVID-19, puesto que exhalar el humo puede generar mayor cantidad de aerosoles. Si el fumador está contagiado de COVID-19, podría incrementar su capacidad de contagio. Esto es una suposición razonable, de acuerdo con lo que se conoce sobre la transmisión del virus. Sin embargo, si esto es así, además de fumar habría también que prohibir hablar, reír, cantar, y llamar a gritos al camarero para que nos traiga la cuenta. Todas esas vocalizaciones podrían también incrementar la producción de aerosoles potencialmente contagiosos. Puesto que el ministerio no sugiere prohibir esas actividades es también razonable sospechar que la prohibición de fumar en las terrazas debe encuadrarse mejor en la lucha contra el tabaco, no solo frente a la COVID-19. Por cierto, España se encuentra en el puesto 39 de los países con mayor consumo per cápita de cigarrillos, con alrededor de 1.500 cigarrillos por persona y año. Alrededor del 22% de la población fuma diariamente, frente a un 25% que se declaran exfumadores y algo más del 50% que nunca han fumado. La gran mayoría prefieren no fumar, y es de esperar que también prefieran no ser fumadores pasivos mientras intentan disfrutar con los amigos en una terraza.

La otra agradable noticia en la lucha contra el tabaco proviene de nuestras antípodas. Nueva Zelanda se ha propuesto establecer un marco legislativo que consiga hacer ilegal el tabaco para la próxima generación. La medida incluye incrementar progresivamente la edad legal a la que se permite fumar, de modo que a medida que pasen los años cada vez sea menor el sector de la población que pueda hacerlo legalmente. La ley considerará igualmente incluir que el tabaco y sus productos derivados contengan significativamente menores niveles de nicotina, la prohibición de filtros suavizantes, el establecimiento de un precio mínimo para el tabaco y restringir los lugares donde el tabaco y los cigarrillos puedan venderse. Estas medias son controvertidas, pero no porque incomoden o amenacen a la economía de algunos, sino porque podrían no ser tan eficaces como lo que se cree para conseguir el objetivo de una Nueva Zelanda sin humo. Nueva Zelanda sigue estando en nuestras antípodas en algún sentido más que el puramente geográfico.