Marina y su patio

Córdoba

Estamos en pleno mayo y Córdoba estalla de luz, color y alegría. Los virus y los problemas no pueden apagarnos porque la luz la llevamos dentro, y eso no podemos ni debemos taparlo. La semana pasada tendrían que haberse celebrado la cata y las cruces, y aunque no hubo el tipo de festejo tradicional varias de nuestras tabernas organizaron una degustación de tapas y vino que nos permitió dar un paseo muy agradable por la Judería y disfrutar de los amigos y de la ciudad en terrazas al aire libre. Y esta semana podremos visitar los patios, como están haciendo hoy nuestros compañeros del programa; es un espectáculo para la vista, el olfato y el corazón que todo el mundo debería poder vivir en algún momento.

Dicen que los patios son el alma de Córdoba, nos permiten asomarnos a la esencia y la intimidad de nuestra cultura. Y si los patios son el alma de Córdoba, sus cuidadoras son el alma de los patios. Cuando nos abren sus puertas, para que compartamos por unos días el escenario de su vida cotidiana, admiramos el trabajo que realizan para mantenerlos y la belleza del resultado, pero quizás no somos tan conscientes de que en realidad los propietarios están participando en un concurso. Ayer leí una entrevista maravillosa que le hacía Araceli Arjona a Marina Muñoz, propietaria de la casa patio de Mariano Amaya, 4. Marina tiene 84 años, y es la cuidadora del patio, que reconoce que es toda su vida. Y cuenta que lleva más de 30 años trabajando y participando en el concurso de patios y nunca le han dado un premio. ¡Qué grande es Marina! Me ha recordado a una tira de Mafalda, en la que pasaba por delante de una estatua con un letrero debajo: “A Fulanito, luchador incansable” y Mafalda, moviendo la cabeza, comentaba: “y eso, ¿qué mérito tiene? El mérito es estar cansado y seguir luchando”

Pues ese es el mérito de Marina. Nuestra ciudad y nuestra vida la hacen bella todas las Marinas que seguimos trabajando con ilusión día a día y año tras año, aunque no ganemos el concurso. Porque nuestro premio es el camino. Y aunque Marina se queja al final de la entrevista de que en la sociedad actual ella no ve que haya cariño como el que veía hace décadas, me gustaría decirle que quizás es que no se lo demostramos como merece, pero que no le quepa duda de que queremos y valoramos a las personas como ella, que nos hacen la vida más bonita a todos. ¡Gracias a todas las Marinas que nos rodean!