Las murallas de Madrid

Hablar de murallas es pensar en ciudades como Ávila, quizás las más célebres, Lugo o León. Las murallas desde la época medieval servían de cierre perimetral de la ciudad en previsión de ataques o visitas inesperadas de asaltantes. Desde el siglo IX, cuando Madrid crece en el corazón de Al Andalus, las murallas servían a esta finalidad. Posteriormente, cuando la ciudad creció y fue reconquistada, la llamada muralla cristiana fue ampliándose a medida que los barrios y los arrabales iban desarrollándose en igual medida.

La muralla hoy

Desde que Madrid se convirtió en el siglo XVI en capital del reino, con Felipe II, la afluencia de personas a la corte hizo que muchos barrios crecieran de forma incontrolada. Este hecho obligó a derribar las murallas en algunas partes de la ciudad para evitar los problemas de acceso al centro de la villa de los propios madrileños. La muralla contaba con numerosas puertas que obligaban a los comerciantes y a los transeúntes a pasar por caja cada vez que se entraba en la villa. La mencionada ampliación de los barrios obligó a que algunas de estas puertas fueran derribadas ya que se encontraban, como la de Valnadú derribada en 1567, en pleno centro de la corte, a pocos metros del palacio de los Austrias, y no tenía ningún sentido que en ese espacio hubiera una puerta e la muralla.

Pero hoy todavía es posible ver muchos de los trazos de la antigua muralla. Algunos lienzos de la muralla musulmana se encuentran en la Cuesta de la Vega, el lugar en donde apareció la Virgen de la Almudena, literalmente “La Muralla” en árabe. Otras partes de los lienzos medievales islámicos están en esa parte de la ciudad. Por otras zonas, descubrimos la llamada muralla cristiana. A pie de calle o en los sótanos de algunos locales o antiguos palacios aún se pueden ver los restos de estos enormes muros de casi 5 metros de altura que hace más de cinco siglos protegían la ciudad de Madrid.