Las calles de Mariana Pineda

Valencia

La memoria histórica de las sociedades contemporáneas suele pecar de cortoplacista, y normalmente tiene su tope en el acontecimiento traumático más cercano en el tiempo. En nuestro caso, es evidente que la II Segunda República y la Guerra Civil son los hitos alrededor de los cuales hacemos girar todo nuestro imaginario, cometiendo el error de no mirar más allá, por ejemplo a las revoluciones liberales del siglo XIX a partir de las cuales podemos explicar lo que pasó en la década de los 30 del siglo pasado. La gran mayoría de héroes y heroínas decimonónicos que lucharon y murieron por las libertades y en contra de los absolutismos fueron elevados a los altares patrióticos de una nación que estaba en plena construcción, pero con el paso de las décadas, sus gestas y sus nombres fueron borrados de los espacios de la memoria, y ahora su recuerdo languidece en los trasteros de la historia.

Hoy precisamente se cumplen 190 años del ajusticiamiento de uno de los personajes que más ríos de tinta hizo correr y sobre el cual se forjó la leyenda del liberalismo español: Mariana Pineda. Su historia se remonta al primer tercio del siglo XIX, cuando después del trienio constitucional, en 1823 y gracias a la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, Fernando VII consiguió restaurar de nuevo el absolutismo en España, abriendo uno de los periodos más oscuros de la historia de nuestro país, conocido como la Década Ominosa. Fernando VII abolió la Constitución de Cádiz y persiguió duramente a los liberales, los cuales tuvieron que exiliarse para evitar la muerte. De los que permanecieron en España, muchos fueron ejecutados, entre ellos ilustres defensores de las libertades como Rafael de Riego, Juan Martín Díez “el Empecinado” o Mariana Pineda, una joven granadina de 26 años que fue acusada de confeccionar una bandera constitucional en la que aparecía el lema: “Libertad, Igualdad y Ley”, y por ello ejecutada a garrote vil, tal día como hoy, un 26 de mayo de 1831.

Desde ese día, Mariana Pineda se convirtió en una heroína del liberalismo y un símbolo de la lucha frente al absolutismo de Fernando VII. Su nombre fue usado como ejemplo del alto precio que había tenido que pagar el pueblo por alcanzar las libertades, y a la muerte del borbón, centenares de municipios de todo el país rotularon el nombre de la mártir Mariana en calles y plazas a modo de recuerdo y homenaje. En Valencia, la plaza de Mariana Pineda fue durante cuatro años, entre 1840 y 1844 la que ahora conocemos como Tosal. Pero con los vaivenes políticos del siglo XIX, el nombre de Mariana Pineda fue poco a poco desapareciendo del espacio público, hasta que cien años después de su muerte, en 1931 y tras la proclamación de la II República, su nombre fue de nuevo recuperado para rotular una calle en Valencia, en este caso, la actual calle del convento de San Francisco, perpendicular a Periodista Azzati, fue rotulada como calle de Mariana Pineda, nombre que ostentó hasta la transformación franquista del nomenclátor. La condena a la desmemoria que aplicó el fascismo a muchos de los liberales del siglo XIX no fue repuesta tras el advenimiento de la democracia y ahora nos suenan a chino nombres como los de Lacy, Porlier, Torrijos o la misma Mariana Pineda.