Teresa Perales: "Empecé a nadar con 19 años con un chaleco salvavidas porque era la única forma de flotar"
La premio Princesa de Asturias de los Deportes reconoce que "el deporte me ha dado medallas, pero cambiar esa forma en la que la gente me miraba, con pena y ahora con admiración, es lo que más vale de todo"
Teresa Perales, Princesa de Asturias Deportes: "Es un premio a los soñadores y a los que pensamos que la vida es un regalo"
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Asturias
Teresa Perales es una mujer pegada a una sonrisa. No ha pasado ni una semana desde que le concedieron el premio Princesa de Asturias de los Deportes y todavía son cientos los mensajes que le quedan por contestar. Sin embargo, ella tiene claro que va a responder a todos. Una de las mejores nadadoras de la historia reconoce que le encanta escuchar su nombre asociado al galardón "pero todavía no lo he asimilado. Mira que llevo tres días hablando de ello, pero es tan grande y tan increíble que creo que hasta que no lo vea me va a parecer hablar de otra persona".
Su entrada en el palmarés de los premiados supone varios hitos. El primero, convertirse en la séptima mujer en hacerse con el galardón. "Comentaba con deportistas y periodistas la cantidad de veces que hemos hablado de proyectos que impulsan el deporte femenino, programas, emponderar a las mujeres, las mamás deportistas, pero faltaban muchas entre estos premios y este año tengo la enorme suerte y el orgullo de ser la premiada", ha apuntado. Sin embargo, no es el único. También se ha convertido en la primera deportista paralímpica en lograrlo. "Una barrera más que ha caído", ha reconocido con una sonrisa a lo que ha añadido que "sé que lo tienen que personificar en alguien, pero este galardón va para mucha gente: esos deportistas paralímpicos, todos los que día a día seguimos soñando con subir a lo más alto, no rendirnos, caernos y levantarnos", ha recordado.
Natación y una vida patas arriba
La zaragozana acumula 26 medallas en cinco Juegos Paralímpicos, pero ¿cómo llegó a la natación? "Porque era más barato. El atletismo es lo que más me gustaba, había visto en los Juegos de Atlanta a los deportistas correr a toda velocidad con esas sillas estupendas, pero eran carísimas y no tenía acceso a ellas. Se juntaba eso con que durante el verano me había puesto un chaleco salvavidas y había empezado a flotar, me gustaba mucho la sensación de libertad. Gorro, gafas, bañador y una toalla créeme que es más barato que una silla de atletismo", ha explicado con una carcajada.
La vida a Teresa le cambió por completo con 19 años. Pasó de ser una adolescente "simpatiquilla" a verse en una silla de ruedas. "Es un proyecto de vida patas arriba. Es difícil porque es algo que no has buscado y que rechazas con toda tu alma, pero que igualmente sigue estando ahí". Aunque lo peor no fue eso. "El cambio más difícil fue encajar la forma en la que la gente te miraba. Pasaron de verme normal a mirarme con la cara descompuesta, pobrecita que se ha quedado en silla de ruedas. Las barreras arquitectónicas sabes que están, pero cuando me enfrento a una mirada distinta, a un trato distinto no estaba preparada. El deporte me ha dado medallas, que son momentos únicos, pero cambiar esa forma en la que la gente me miraba, con pena y ahora, años después, con admiración, es lo que más vale de todo", ha señalado.
Soñadora
Pese a los golpes de la vida, una de las señas de identidad de la deportista es el buen rollo y optimismo que irradia por los cuatro costados. Una de sus debilidades, su hijo. "Es lo mejor que hay. ¡Que te voy a decir!", ha exclamado, aunque el galardón ya le sonaba. "Nos ha oído hablar muchas veces en casa. Es tradición estar pendiente el día que el jurado se reúne y falla los premios por curiosidad, incluso cuando no he estado nominada. Cuando me llamaron fue muy divertido porque le había pedido a mi hermano que fuera a buscarle al colegio. Cuando entró en casa y vio un montón de gente, de cámaras pregunto qué pasaba. Se lo expliqué, me dio un abrazo y no paró de decirme cosas bonitas. Aunque siempre me las dice, ese día fue increíble", ha reconocido.
Teresa Perales, que ha apuntado que el premio llegó por "sorpresa" ya que este año no sabía ni tan siquiera que estaba nominada, aprovecha para mandar dos mensajes. Uno para las familias que tienen un hijo con algún tipo de discapacidad. "Lo pasan peor que los niños porque ahora soy madre y lo he entendido. Magnificamos todo muchísimo y nos encantaría ponernos en su piel para protegerlos siempre y otro mensaje: que sigamos soñando. Este es un premio para los soñadores, aquellos que no se rindieron nunca. De mi historia lo único interesante es que empecé a nadar con 19 años, con un chaleco salvavidas porque me había quedado en silla de ruedas y no sabía nadar, era la única forma que tenía de flotar y no morirme en el intento (sonríe). 23 años después estamos hablando de que me van a entregar el Premio Princesa de Asturias, un premio a los que siempre pensamos que la vida es un regalo y esta ahí para disfrutarla".
Antes del próximo mes de octubre, Teresa ya piensa en Tokio. "Lo miro con muchas ganas de que llegue y a la vez que la cuenta atrás vaya más lenta porque todavía no he empezado con la recuperación. Confío en que lunes o martes pueda empezar a mover y fortalecer mucho el hombro para tirarme a la piscina lo antes posible. Créeme que me muero por volver porque ahora tengo más ganas que nunca para nadar más fuerte, mas rápido y con más ilusión", ha asegurado.
Josu Alonso
En la actualidad cubre información política aunque, con anterioridad, ha pasado por todos los departamento...