Sobre la prohibición de pagar las guaguas en metálico
La opinión de Pomares

Tenerife
Desde el martes de la semana pasada, las guaguas grancanarias volvieron a aceptar el pago en metálico, dejando sin efecto la limitación de pago establecida en marzo de 2020, para hacer frente al Covid. La prohibición de pagar en metálico, que se estableció en muchas compañías de transporte, y aún sigue vigente en las guaguas de Tenerife, se decidió cuando se pensaba que el patógeno del Covid podía trasmitirse fácilmente por contacto con monedas y billetes. Hoy se considera –lo considera la OMS- que no es así, que el virus aguanta más en las superficies plásticas que en el papel.
En cualquier caso, la prohibición del pago en metálico fue no sólo arbitraria, fruto de una situación de pánico y desconocimiento ante el Covid, sino también ilegal. Y lo sigue siendo en aquellos lugares donde se mantiene, por ejemplo, en las guaguas de Titsa.
La ley española es terminante en lo que se refiere a pagar en metálico: ningún establecimiento, ni ninguna administración, ni ningún acreedor pueden rechazar el pago en efectivo, si la cantidad pagada es inferior a 2.500 euros. Por supuesto, Titsa puede recomendar el pago con tarjeta, o establecer bonificaciones a sus usuarios para que compren y usen bonos que reduzcan los pagos en metálico, pero no puede rechazar por la jerola el pago en efectivo. Todas las personas que han tenido que bajarse de una guagua por no disponer de bono, han sido objeto de un claro abuso de poder por parte de la empresa. Algo que resulta muy violento para los conductores y desastroso para muchas personas mayores, que se ven en tierra por no recordar cuanto saldo hay en su tarjeta.
Supongo que alguien pensará que no es para tanto, que el sistema es más ecológico y también que para Titsa es más sencillo y seguro que los pagos se realicen con tarjetas de recarga. Desde luego que para Titsa es mucho más cómodo. Pero para los usuarios del servicio de guaguas puede suponer inconvenientes graves. En la tarjeta no sabes cuánto te queda, y si a usted le faltan diez céntimos, se tiene que bajar. Aunque lleve esos diez céntimos en metálico. Sin apelación posible. Pero la tarjeta no puede recargarse en las marquesinas y paradas, como ocurre en el tranvía. Si cerca de su casa
no hay un comercio con punto de recarga, o se mueve usted en horas donde aún no están abiertos los estancos o kioscos donde se puede recargar, va a tener que ir caminando.
Titsa depende del Cabildo. Arréglenlo ya.




