Un siglo del robo del siglo
Acabos de dejar atrás un aniversario que a muchos ha pasado desapercibido. La noche del 4 al 5 de abril de 1921 alguien entró en la Armería del Palacio Real de Madrid y robó la corona del rey visigodo Suintila, una de las joyas del tesoro de Guarrazar. Un siglo después, la corona sigue desaparecida
Un siglo del robo del siglo
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En 1858 cuando la joven Escolástica Velasco-Calderón, regresaba a Toledo acompañada de su padre después de presentarse a unas oposiciones de mestra, después de una tormenta, observó el brillo del oro en unas tierras removidas por la lluvia. Así apareció la primera parte del tesoro de Guarrazar, a las afueras de Guadamur en Toledo.
Al día siguiente, otro vecino de la misma localidad descubrió un segundo ocultamiento de joyas. En ambos casos, de las coronas más grandes pendían letras que formaban extraños nombres para el profano: RECESVINTO, SUINTILA... nombres que hablaban de la época más gloriosa del reino visigodo en el siglo VII.
El robo del siglo
Su valor histórico y artístico pronto suscitó toda suerte de recelos entre varios compradores que pujaban con toda clase de artimañas para hacerse con él al precio que fuera. El Tesoro de Guarrazar, nombre con el que se conocía ya al ocultamiento de joyas visigodas aparecidas en este paraje, supuso desde sus inicios un enigma indescifrable para los arqueólogos. ¿Qué eran esas coronas? ¿Quién las ocultó hacía más de 1.000 años? Y la pregunta que todos se repetían... ¿por qué?
Al poco de ser descubiertas, las piezas que no se fundieron en las joyerías de Toledo o Madrid fueron vendidas a Francia. La corona de Suintila fue entregada a la reina Isabel II quien la depositó en la armería del palacio real para disfrute de los madrileños. Sin embargo, alguien entró en este lugar la noche de 4 al 5 de abril de 1921 llevándose la corona sin dejar huella de su paso. Las investigaciones pronto comenzaron, aunque sin éxito. Un siglo después, la corona continúa desaparecida aunque nos tememos que fue fundida al poco de ser robada…