Más empuje

Asturias

Lleva el Ejecutivo del Principado que preside Adrián Barbón muchos meses ensimismado, demasiados. Desde antes de la pandemia. Incluso se podría decir que lleva abstraído en sus pensamientos desde que sus miembros tomaran posesión hace ya dos años. En ningún momento en todo este tiempo ha dado la sensación de que el gabinete autonómico socialista le haya cogido el tranquillo al hábito de gobernar. Cuando apareció la Covid 19 con toda su fuerza, en marzo del pasado año, todo lo que no fuera el virus pasó a un lugar tan secundario que, en la mayoría de los casos, dejo de existir para el presidente y sus consejeros. Pero los problemas estaban y, desgraciadamente, siguen estando ahí. Y demandan políticas concretas y, a poder ser, soluciones. Han sido muchos los batacazos gubernamentales de los últimos tiempos que exigen rectificaciones inmediatas.

El Gobierno asturiano en su conjunto no ha funcionado, lo que, por supuesto, no quiere decir que no haya alguna consejería que sí ha superado con más o menos éxito la difícil etapa del coronavirus. Sobre todo una, la de Sanidad, con la que el presidente se volcó totalmente, prestando poca o nula atención al resto de departamentos, dejando ésta labor al vicepresidente Juan Cofiño, que a la vez es consejero de Infraestructuras, Medio Ambiente y Cambio Climático.

La pandemia, gracias a las vacunas, está remitiendo. Y salvo enorme sorpresa, lo seguirá haciendo semana tras semana. Barbón ya no tiene por lo tanto disculpa alguna para gobernar plenamente, es decir, más allá de la Covid 19. Y para que ello sea posible es indispensable darle más empuje a un gabinete comodón, conformista, acomodaticio. Una remodelación del Gobierno parece lo más apropiado en estos momentos. Y de forma urgente. Que vaya más allá de un simple retoque cosmético.

Por ejemplo, que la Consejería de Industria ha fracasado es un hecho. Los datos están ahí. No sustituir ya a su titular, Enrique Fernández, sería un gran error, por muy hombre de confianza de Barbón que sea.