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Los chiringuitos se quedan

Comentario Ana Castaño 18.06.21

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Asturias

Las fiestas de San Mateo han estado unidas durante casi cuarenta años a los chiringuitos, cita ineludible, en septiembre, para ovetenses y para otras muchas gentes del resto de Asturies.

Este año, si las cosas no cambian, no va a ser así. Ya no será posible quedar para tomar algo en el Rincón, el Pinón o la Folixaria... (pongan el nombre que quieran), los aficionados del Oviedo no podrán charlar en la barra de la asociación de peñas azules y los vecinos de Sograndio, entre otros, no dispondrán de un espacio en el que encontrarse. Quieren acabar con los chiringuitos, tal y como los hemos conocido, para sustituirlos por establecimientos regentados por hosteleros.

Se perderá lo que hace singular a las fiestas de San Mateo. Miren, conciertos, verbenas, reparto del bollo, fuegos artificiales.... se programan en la muchas ciudades, pero, en cambio, todo aquello que aportan los chiringuitos: el ambiente festivo en la calle, la mezcla de gentes, la variedad de oferta, la combinación de músicas, el entusiasmo de muchas personas colaborando desinteresadamente detrás de cada barra, no es tan fácil de encontrar en otras fiestas.

Las presiones ejercidas por la patronal de la hostelería van camino de tener éxito. OTEA muestra su cara más antipática y hace gala de una voracidad desmesurada. Contando, eso sí, con la colaboración de bipartito de PP y Ciudadanos y la complicidad del actual alcalde, Alfredo Canteli, que no duda en quedar en el recuerdo como el regidor que destruyo un modelo de fiesta que llegó de la mano de un alcalde socialista, Antonio Masip, y que otro del PP, Gabino de Lorenzo, mantuvo.

Quieren acabar con los chiringuitos. Si lo logran el efecto se notara, además, durante todo el año, porque buen número de entidades culturales, deportivas o vecinales tendrán que recortar su oferta, al no contar con los ingresos que obtenían en fiestas.

Con los chiringuitos desaparecerá una parte del alma de San Mateo.

Si hace 40 años constituyeron un revulsivo para la ciudad, la amenaza de cierre, anuncia que algunos apuestan por una ciudad que vuelve a "dormir la siesta".

Todavía se puede evitar y para eso un buen número de personas se está movilizando con el lema 'Los chiringuitos se quedan'. Dicho está.

 
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