El fracaso de la corrida de toros en honor a Carlos IV en la Corredera

Córdoba

En marzo de 1796, Córdoba recibía la visita de su majestad Carlos IV. Para agasajar al rey, y a la numerosa corte que le acompañaba, el ayuntamiento tuvo a bien organizar tres corridas de toros en la plaza de la Corredera. "En aquella época era el mayor espectáculo que podía ofrecer una ciudad", ha recordado Manuel García Parody.

El Museo Taurino de Córdoba custodia el "cartel de aviso" con el que el corregidor de la ciudad convocaba a los cordobeses para que acudieran a la celebración. Se trata de "una pieza extraordinaria" que ofrece muy información sobre lo que ocurrió esos días en la ciudad. O, al menos, de lo que debía de haber ocurrido.

Ampliar

En el cartel se anuncia la presencia en Córdoba de "las mayores estrellas del momento", el rondeño Pedro Romero y el sevillano Pepe Hillo, considerados por Parody "dos nombres fundamentales en la historia del toreo". "Ambos están creando el toreo moderno a pie que magistralmente reflejó Goya en sus grabados", añade el historiador. Además, había previstas actuaciones musicales, representaciones teatrales y también toreo a caballo. En total debía de lidiarse doce toros.

La presencia de acompañantes de su majestad era tan numerosa que hubo de construir un balcón real para ellos, "que costó una millonada" ya que el de la casa del corregidor, en el actual mercado Sánchez Peña, se quedó pequeño.

Sin embargo, y a pesar de tantos esfuerzos (y gastos) las corridas fueron un fracaso. "A Pedro Romero, que no había toreado nunca en Córdoba, no lo encontraron por ninguna parte y no se presentó. Y el rey, al que no le gustaban los toros, solo acudió a una de las tres corridas", ha explicado Parody. Con este panorama, añade el historiador en Hoy por Hoy Córdoba, "la venta de entradas fue verdadero fracaso que supuso, como en la mayoría de las visitas reales, la ruina del ayuntamiento".