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Hongos y raíces para proteger los suelos

El objetivo general del proyecto es implantar el cultivo de Micorrizas para su aplicación en cultivos hortícolas

Hongos y raíces para proteger los suelos

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Logroño

Con una duración de 4 años, el objetivo general del proyecto es implantar el cultivo de Micorrizas Vesículo Arbusculares (MVA) para su aplicación en cultivos hortícolas, y así contribuir a mejorar y conservar el recurso suelo.

Cada vez se presta más atención a los microorganismos del suelo, por las funciones ecológicas que éstos realizan: reciclaje, mineralización, estructuración, fijación de Nitrógeno, fuente de Carbono. Se calcula que el valor de los servicios ecosistémicos proporcionados por los seres vivos del suelo es de 17,1 billones de dólares por la formación de suelo y 2,3 billones por el reciclaje de nutrientes. Dentro de los microorganismos del suelo, las Micorrizas Vesiculo-Arbusculares (MVA) (Phylum Glomeromycota), han ganado un creciente interés como ingenieros del ecosistema y biofertilizantes. Las MVA establecen una simbiosis mutua con un 90% de especies de plantas. Proveen de nutrientes minerales a las plantas, principalmente fosfato, a cambio de carbono procedente de la fotosíntesis (Varma y Amit, 2009). Existen unas 6000 especies de MVA y pueden representar el 10% o más de la biomasa microbiana del suelo.

Las MVA son invisibles al ojo desnudo, y forman una malla fina a través del suelo, así como estructuras ramificadas (arbúsculos) dentro de las células de las raíces de las plantas; donde ocurre el intercambio de nutrientes minerales y C. Como efecto de la simbiosis, se mejora la productividad, producción de semillas y protección de plantas de la sequía y hongos patógenos de la raíz. Por otra parte, tienen un efecto directo sobre el ecosistema, manejar la estructura de las comunidades vegetales y el mejoramiento de la calidad del suelo mejorando su agregación y el contenido de C orgánico (Varma y Amit, 2009). Las MVA, debido a su papel en la nutrición de las plantas, mejoran la calidad del cultivo no sólo por el enriquecimiento en macronutrientes (es decir, N y P), pero también en micronutrientes (White and Broadley, 2009).

Los estudios de inoculación de MVA en campo se han basado sobre todo en el uso de preparados comerciales. Sin embargo, debido a las diferentes afinidades entre plantas hospederas y MVA, el uso de una cepa fúngica es probable que no sea óptimo para todos los cultivos. Por otra parte, debido a que las interacciones entre diferentes MVA no son siempre sinérgicas, los inóculos de MVA deben ser evaluados en campo, donde existe una comunidad local de microorganismos. De esta manera, el uso de un inóculo basado en MVA locales puede ser la mejor opción debido a una mejor adaptación a las condiciones imperantes (Lambert, 1980) y también porque podrían evitar los riesgos ecológicos de la introducción de especies alóctonas (Schwartz et al., 2006). Estudios recientes, han obtenido resultados similares o superiores en comparación con inóculos comerciales con aumentos de producción de entre un 15 y un 20%.

 
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