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El colectivo LGTBIQ+ pide más formación a la Policía Municipal de Bilbao, para evitar reticencias

Aratz Castro, coordinador de Ortzadar, Bilbao Bizkaia Harro, opina que debe existir más confianza con las policías locales

Una fiesta reivindicativa LGTBIQ+ / Cadena SER

Bilbao

Euskadi registró el año pasado 241 delitos de odio, de ellos el 21 % estuvieron relacionados con la orientación e identidad sexual. Los casos recientes en Basauri o Amorebieta, dan más sentido a una fecha que este año reivindica de nuevo el Orgullo LGTBIQ, también en Bizkaia.

Aratz Castro, coordinador de Ortzadar, Bilbao Bizkaia Harro, nos cuenta en Hoy por Hoy Bilbao que la gente está tomando conciencia, no hay tolerancia a las agresiones. Preguntado por Azul Tejerina sobre la creación de un foro municipal de igualdad para apoyar a las víctimas LGTBIQ+, el coordinador de este colectivo cree que no se puede hacer sin medidas concretas, ni partidas económicas.

“La igualdad debe ser transversal. Es necesario formar a la Policía Municipal. Debemos confiar, y existen reticencias”, añade Castro.

También hemos charlado con Ekain, el joven de Basauri agredido el pasado 6 de junio. Físicamente se encuentra recuperado de la agresión, pero otra cosa son las secuelas psicológicas. “Yo pensaba que no me iba a dar miedo, pero me cuesta bastante. No me veo con fuerza, tuve un ataque de ansiedad y estoy en tratamiento profesional”.

Ananda es una persona intersexual y nos ha contado su caso en el día del Orgullo. Nació con genitales ambiguos. “Hay que esperar a que la persona crezca y decida lo que quiere ser y hacer”. Asegura haber sido castrada a los 16 años en el Hospital de Basurto después de una laparoscopia. “Estamos en el último rincón de la nueva ley”, afirma.

No podemos olvidar a las personas mayores que viven en soledad su sexualidad. La situación en las residencias es dura, dice José Ignacio, que lleva más de 40 años luchando para que no ocurran cosas como la agresión de Basauri.

“Hay personas en las residencias que nunca han tenido una relación sexual”, y José Ignacio va más allá, denunciando a un trabajador de una residencia que llegó a decir “yo no baño al maricón”. Hace falta más educación, “no somos diferentes”, concluye.

 
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