"Los mayores son el coraje de la pandemia"

Palma

Las residencias de mayores de Baleares no registran contagios desde hace 4 meses. En la Llar d'Ancians hay actualmente 224 usuarios. Durante la pandemia se han registrado 46 positivos y 13 muertes por Covid. La vacunación y el esfuerzo de usuarios y profesionales ha devuelto cierta normalidad a las residencias.

Los paseos, las añoradas visitas de familiares, y las conversaciones en el jardín han regresado a la residencia. Unos pocos minutos son suficientes para impregnarse de la tranquilidad que se respira en este lugar tras unos meses que han sido muy convulsos y muy difíciles de gestionar para los dos colectivos más vulnerables de esta pandemia: los mayores y el personal sanitario que les acompaña. El lugar está repartido en pabellones separados por grandes jardines donde pasean, conversan, realizan actividades y disfrutan de un día apacible y soleado. Una paz que ahora les es devuelta y que la pandemia transformó en miedo, preocupación y aislamiento.

 Una residente, Goya, explica que fue fundamental "acompañarse unos a otros y hacer un esfuerzo para no contagiarse del miedo y la preocupación que sentían en ese momento". Lo más difícil de este largo periodo, "la pérdida de contacto con sus familiares". 

Goya como el resto de usuarios ha podido reencontrarse con sus familias y aunque feliz cree que es "demasiado pronto". El recuerdo de la llegada de la gripe cuando solo era una niña le hace aumentar los temores de que este virus permanecerá entre nosotros.

Otra residente, María, siente que "su corazón se ensancha porque de nuevo pueden salir". Haber evitado el contagio y la vacuna le permite mirar al futuro con mayor tranquilidad. Y con todo lo vivido, mira atrás y puede decir que "ha ido bien".

Este es un ejemplo del coraje y la paciencia que han demostrado los mayores. David, uno de los enfermeros que les acompañan y que ha compartido con ellos toda esta incertidumbre  explica con orgullo que "los mayores  han sido el coraje de esta pandemia".

"Ellos nos han dado una lección inolvidable en un período muy complicado" que llegó de forma repentina. Alan, enfermero de la residencia, recuerda el día que se detectaron los primeros positivos como "un día lleno de nervios y confusión". "Estábamos desbordados atendiendo a los usuarios y a sus familias" que no entendían la cancelación de las visitas, explica. Y con los primeros positivos llegó el cierre y el aislamiento.

 La incertidumbre por la pérdida de contacto con los familiares, el miedo al contagio se apoderó de los usuarios. Y el dolor más grande: "las pérdidas humanas y el duro trago de tener que informar a los familiares de un fallecimiento".

Un periodo muy "difícil de digerir" pero que van dejando atrás. La vacuna ha supuesto un antes y después.  Hoy, la actividad, la tranquilidad y la alegría han vuelto a la residencia donde siguen compartiendo ratos y aprovechando mucho más cada momento.