Leganés reconoce con una placa a un estanco que abrió sus puestas tras la guerra de Cuba
También ha entregado esta distinción a la Farmacia ubicada en la calle Juan Muñoz nº 10. El Ayuntamiento reconoce así los establecimientos más antiguos dentro de la campaña 'Leganes, una ciudad, una historia"
El estanco Nº 1 de Leganés lleva siendo regentado desde 1898 por varias generaciones de la misma familia. / Ayuntamiento de Leganés
Leganés
Juan Antonio Santurino Callejo, regenta, junto con su cuñado, el estanco Nº1 situado en la calle Juan Muñoz, nº5 de Leganés y hoy ha recibido de su Ayuntamiento la distinción que le reconoce como uno de los establecimientos más antiguos de la ciudad. “Es un orgullo que sea de los más antiguos y que siempre haya sido de mi familia. El que se valore nos hace bastante ilusión”, ha contado en una entrevista en ‘Hoy por Hoy, Madrid Sur’.
Su tatarabuelo tuvo la concesión tras venir de la guerra de Cuba en 1898. “A su vuelta pidió la licencia y como antes se daban a viudas o gente que había estado en la guerra, se lo dieron. Luego paso a mi abuela, a mi padre y ahora lo regentado por mi y mi cuñado”.
Entrevista a Juan Antonio Santurino Callejo, propietario del estanco Nº1 de Leganés, el más antiguo de la ciudad, abierto tras la guerra de Cuba.
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Este estanco, emblemático en el centro de la ciudad, ha vivido una Guerra Civil, los avatares de la llegada de la Democracia, una pandemia y hasta Filomena. “Mi abuela vivía por y para el estanco, no cerraba nunca”, recuerda, “y nos contaba muchas cosas de la Guerra Civil y de como al estar aquí al lado el cuartel de los Legionarios, todos venían en su salida o descanso a comprar tabaco. Tenía que estar a esas horas toda la familia en el estanco porque se formaban unas filas tremendas”.
Todas las generaciones han intentado “conservar la esencia del establecimiento. Un estanco es algo muy de toda la vida, aunque ha ido evolucionando, pero sí que es verdad que la gente lo relaciona con el centro de la ciudad y es casi un punto de quedada”.
También ha vivido una pandemia. Cuenta como el primer día de confinamiento tuvieron filas de clientes de hasta 50 metros, al ser el único abierto en la zona. “Tuve que cerrar a las 22 h. No recuerdo hacer una caja así ni en una semana entera. Pero luego vino el bajón. Abríamos unas pocas horas. Recuerdo la sensación de cerrar a las siete y ver las calles vacías, era deprimente. Me desahogaba poder bajar un rato a trabajar”, afirma Santurino.
Éste seguramente habrá sido el momento más complicado en la historia del establecimiento, aunque dice se podría comparar casi a los momentos difíciles de la Guerra Civil. Pero ni el paso de una pandemia, ni el de Filomena pudo con este establecimiento que para los leganenses es mucho más que un estanco.
