Tu teléfono se atreve a tratarte de tú

Palma

Buenos días. La lista de personas que me dan órdenes cubriría con creces este comentario, por lo que ni siquiera merece ser enumerada.

La situación se complica cuando las máquinas también se creen con derecho a darme instrucciones no solicitadas, véase mi teléfono móvil.

Con un lenguaje perentorio y un tono que en una persona llamaríamos maleducado, el móvil no solo me señala mis errores, sino que me plantea lo que equivaldría a un plan de vida.

Y ahora viene lo peor, porque el móvil me trata de tú.

Con ustedes, y remacho el ustedes, mantenemos una relación de años en un medio tan caliente como la radio, pero evitamos el tuteo.

Sobre todo, para recalcar la comunicación a distancia.

Sin embargo, el móvil se permite un tuteo que no tiene nada que ver con esa hipócrita armonía fraternal que predica el mundo digital, sino con el trato despectivo que el superior inflige a su inferior.

Sé que este asunto no figura en el primer puesto de las preocupaciones de ustedes pero, para mí, un teléfono que te tutea sin haberlo solicitado es un síntoma del declinar de la civilización.

Y sí, mi coche también me tutea y, en cuanto piso las líneas de división entre carriles, tiene la desfachatez de aconsejarme que, abro comillas, “necesitas un descanso”, junto a una humeante taza de café por si tengo una deficiente comprensión lectora.