'Escritores de la tierra', por Pepe Belmonte

Murcia

Ahí va mi última entrega de esta temporada hasta el regreso después del verano. Y no veo mejor despedida que diciéndoles que se cuiden mucho, que la pandemia aún no ha acabado del todo, y, ya de paso, si me lo permiten, haciéndoles algunas recomendaciones de lecturas para las próximas semanas, si encuentran un hueco para ello.

Comenzamos con la novela más leída en España durante estos últimos meses: Sira, de la cartagenera de adopción María Dueñas, que vuelve a darle vida a la protagonista de El tiempo entre costuras. Aventuras y entretenimiento garantizado.

Aunque es de la temporada pasada, Línea de fuego, de Arturo Pérez-Reverte, acaba de conseguir el Premio de la Crítica, uno de los más prestigiosos en el mundo hispánico. Un volumen de más de medio millar de páginas sobre la batalla final de la Guerra Civil española en la que no hay ni buenos ni malos, sino gente que sufre y que no se explica las razones de tanta barbarie.

Jerónimo Tristante, con su nueva entrega sobre el detective Víctor Ros vuelve a la escena literaria trasladando, esta vez, a su personaje a la Cuba de finales del siglo XIX en donde ya se cuece a fuego lento la futura independencia de la colonia. Frases ingeniosas, acción trepidante y diversión garantizada entre los misteriosos manglares cubanos.

Un poco más cercana a nuestro tiempo, ya en el siglo XX, se sitúa la acción de Charnego, la primera novela que saca a la luz Miguel Sánchez, senador, como saben, de lo que queda de Ciudadanos. Un libro breve que se lee con gusto, ambientado, en parte, en el bonito Valle de Ricote, y en donde aparecen personajes reales de nuestra historia reciente como Durruti o Antonete Gálvez.

Por su parte, Juan Ramón Calero acaba de publicar –otra cosa es que aún queden ejemplares en las librerías, porque se agotó de inmediato– su segunda novela, La sombra que habita en nosotros, escrita magistralmente, con un cierto fondo autobiográfico, con personajes de hondo calado, algunos, aunque con el nombre cambiado, muy reconocibles, y cuya acción se prolonga hasta los últimos años de franquismo.

Para los adeptos a la poesía, para los amigos de la palabra reposada y las metáforas deslumbrantes, dos títulos de sendos escritores de la tierra: Un hombre solo, de Pascual García, y Noches de Tunicia del artista lebrillense Antonio Soto.

Y una última recomendación, aprovechando la conmemoración del centenario de su muerte. Me refiero a doña Emilia Pardo Bazán, una de las mejores literatas europeas de su tiempo, que escribió numerosos ensayos, decenas de cuentos y unas cuantas novelas. Entre estas últimas, no dejen de leer Los pazos de Ulloa, quizá su libro más emblemático, e Insolación, una novelita con mucho encanto, escrita, como todo lo suyo, magistralmente.

Y nada más. Que lo pasen bien. Que disfruten con estas o cualquier otra lectura y, sobre todo, que en septiembre, regresen todos y todas, más morenos y más animados. Hasta pronto. Chao.

Pepe Belmonte